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Los Insumisos y el Tabaco Party

Fumar o no fumar: esa NO ES la cuestión.

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El conflicto generado por la ley anti-tabaco en España no es un conflicto entre fumadores y no-fumadores. Es el conflicto entre tus derechos y la coerción estatal, entre libertad y fuerza bruta, entre individualismo y colectivismo.

La ley viola no sólo tu derecho a decidir qué sustancias puedes ingerir, sino el derecho de cada comerciante a cómo conducir su negocio. A un ciudadano cualquiera no le sería permitido, ni legal ni moralmente, forzar al dueño de un bar y a su cliente a actuar como a él le viniera en gana. ¿Por qué se lo prohibimos a un individuo y se lo permitimos a una cuadrilla? Cada persona tiene derecho a tomar sus propias decisiones, pero no a imponerles sus decisiones a otros. Tanto un criminal como el gobierno usan la fuerza para violar tus derechos; la diferencia es que, cuando lo hace, el segundo se convierte en la versión legalizada del primero.

Los no-fumadores son tan víctimas de esta ley como los fumadores. El derecho del no-fumador no se extiende a imponerles sus ideas por la fuerza a otros, a prohibir fumar en un establecimiento ajeno, “en caso yo quiera aparecer por allí algún día…”. Los derechos del no-fumador están perfectamente protegidos al poder decidir en qué lugar entrar y en cuál no.

“Nadie puede conseguir su bien a costa de sacrificios humanos; cuando violas los derechos de un hombre estás violando los derechos de todos, y un pueblo de criaturas sin derechos está condenado a la destrucción” (Ayn Rand).

El problema esencial del mundo hoy, lo que nos ha llevado a la crisis y nos está abocando a un desastre aún mayor, es el conflicto entre individualismo y colectivismo. O luchamos por nuestros derechos individuales, o sucumbimos. Eso es lo están empezando a entender algunos – no necesariamente los más “intelectuales” – y actuando en consecuencia de forma más o menos efectiva y original. Es, literalmente, la lucha del individuo por su supervivencia.

El gobierno, en burdas declaraciones con obvias contradicciones, quiere hacerte creer que todo es por tu bien, pero de hecho está convirtiendo a todos los españoles en delincuentes. Y si es verdad que “el 80% de los ciudadanos apoyan la medida”, entonces ¿por qué imponerla por la fuerza…? Los ciudadanos lo harían espontáneamente.

Necesitamos la versión moderna de la famosa frase de Patrick Henry “¡Dadme la libertad, o dadme la muerte!”. ¿Qué hacer? Usa tu imaginación. Expresa tu opinión. Reproduce este mensaje en Facebook, en Twitter, conviértelo en viral. Invéntate formas de rebelarte contra el abuso. Si no eres fumador y el dueño permite fumar en su propiedad, haz valer tus derechos simplemente saliendo del local. Si eres fumador y el propietario decide no permitir fumar, respeta su derecho. Si eres propietario, decide por tí mismo; no dejes que te impongan por la fuerza cómo debes conducir tu propio negocio. Si ves a alguien infringiendo esa ley inmoral, no lo denuncies; no contribuyas a la maldad de quienes quieren destruirte.

No te sacrifiques arriesgándote a que te impongan multas o prisión, pero recuerda que la unión hace la fuerza. (“¿Cómo puedes conseguir que un elefante pase desapercibido en el Paseo de la Castellana?… Llenando el Paseo de la Castellana de elefantes”). Un único héroe puede ser identificado y castigado, pero un país entero que se rebela contra la opresión no puede ser anulado. Seas fumador o no, defiende tu derecho a actuar de acuerdo a tu propio juicio, por tu propio bien, por elección voluntaria y sin coerción, sabiendo que ese derecho no les impone ninguna obligación a otros, más que la de abstenerse de violar tus derechos.

En 1773 los colonos americanos se negaron a aceptar los impuestos británicos y lanzaron al mar el té en lo que hoy se conoce como el “Boston Tea Party”, una acción de valor y de independencia que preparó el terreno para la Revolución Americana y el esplendor de ese país durante dos siglos. Los americanos de hoy han reivindicado esa actitud de limitar la intervención del gobierno y proclamar la soberanía del individuo, y su progreso ya es patente en los cambios en el gobierno americano, aunque el desenlace aún está por ver.

Puede que en España no exista la misma cultura «pro-individuo» que en Estados Unidos, pero existen individuos que entienden que su vida y su felicidad dependen de poder vivir en un país libre. Si el Tea Party americano ha de tener un equivalente, es el “Tabaco Party” español, y este es el momento. Es hora de unirse al movimiento del pueblo contra el colectivismo estatal. Depende de ti y de mí, y es nuestro futuro lo que está en juego.

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Por Domingo García, Presidente de Objetivismo Internacional — (Publicado inicialmente en enero del 2011, mes en que entró en vigor la ley anti-tabaco en España)

Nota de Marzo del 2012: Nadie habla más de la ley anti-tabaco. El pueblo ha aceptado la premisa que el individuo no tiene derechos, o que esos derechos pueden ser pisoteados por la mayoría. Es una indicación más de hacia donde vamos encaminados.

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Miguel
Miguel

Y termino ya la discusión que este post no trata sobre este tema, mi intención original era poner un ejemplo de hasta donde llega la delimitación de los derechos individuales para compararlo con el caso de la prohibición de fumar.

Miguel
Miguel

Es que el suicidio sí es inmoral como regla general, uede haber circunstancias que lo hagan objetivamente razonable, pero como regla general dejar escapar la vida sin hacer nada por mejorarla cuando se tienen opciones pero uno se sume en… Leer más »

Miguel
Miguel

En cuanto a un contrato laboral no es esclavitud uno siempre puede resolverlo y hacer que suspendan las prestaciones, y se contrata por un tiempo bien acotado o indefinido con posibilidad de resolverlo, no hay esclavitud uno pacta los derechos… Leer más »

Miguel
Miguel

Pero es que el suicidio aparte de que es absurdo castigarlo porque el quiere matarse le da igual que lo condenen, ahí no está alienando tu derecho, no lo estás cediendo a un tercero, y por supuesto pienso que al… Leer más »

Ayn Rand

Subjetivismo es la creencia que la realidad no es un firme absoluto, sino un reino fluido, plástico e indeterminado que puede ser alterado, en todo o en parte, por la consciencia del que percibe, o sea: por sus sentimientos, deseos o caprichos.

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