Sólo hay un estado que satisface el ansia del místico por lo infinito, la no-causalidad, la no-identidad: la muerte. No importa qué causas ininteligibles atribuya a sus incomunicables sentimientos, quien rechaza la realidad rechaza la existencia – y las emociones que le motivan a partir de ese momento son: el odio contra todos los valores de la vida del hombre, y la codicia por todas las maldades que la destruyen.
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