Subjetivismo es la creencia que la realidad no es un firme absoluto, sino un reino fluido, plástico e indeterminado que puede ser alterado, en todo o en parte, por la consciencia del que percibe, o sea: por sus sentimientos, deseos o caprichos. Es la doctrina que sostiene que el hombre – una entidad de una naturaleza específica, lidiando con un universo de una naturaleza específica – puede, de alguna manera, vivir, actuar y lograr sus objetivos fuera de y / o en contradicción a los hechos de la realidad – o sea, fuera de y / o en contradicción a su propia naturaleza y a la naturaleza del universo.
(Esta es la versión de subjetivismo «mixta», moderada o «del camino de en medio». El subjetivismo puro o «extremo» no reconoce el concepto de identidad – es decir, el hecho de que el hombre o el universo o nada posea una naturaleza específica.)
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Lo subjetivo significa lo arbitrario, lo irracional, lo ciegamente emocional.
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En metafísica, » subjetivismo» es la noción de que la realidad (el «objeto») depende de la consciencia humana (el «sujeto»). En epistemología, como resultado, los subjetivistas sostienen que un hombre no necesita preocuparse con los hechos de la realidad; en vez de eso, para llegar al conocimiento o a la verdad, basta con que él vuelque su atención hacia dentro de sí mismo, consultando los contenidos relevantes de su consciencia, aquellos con el poder de hacer que la realidad se adapte a sus dictados. Según la forma más popular de subjetivismo, los elementos que poseen este poder son los sentimientos, las emociones.
En esencia, el subjetivismo es la doctrina de que los sentimientos son los que crean los hechos, y por lo tanto la principal herramienta de los hombres para el conocimiento. Si los hombres lo sienten, declara el subjetivista, eso lo hace realidad.
La alternativa al subjetivismo es la defensa de la objetividad – una actitud que se basa en la idea de que la realidad existe independiente de la consciencia humana; que el papel del sujeto no es crear el objeto, sino percibirlo; y que el conocimiento de la realidad puede ser adquirido solamente dirigiendo cada uno la atención hacia afuera, hacia los hechos.
El subjetivista niega que exista tal cosa como «la verdad» sobre una cuestión determinada, la verdad que corresponde a los hechos. En su opinión, la verdad varía de consciencia a consciencia al variar los procesos o los contenidos de dada consciencia; la misma afirmación puede ser cierta para una consciencia (o un tipo de consciencia) y falsa para otra. La señal prácticamente infalible del subjetivista es el negarse a decir, sobre una declaración que acepta: «Es verdad»; en vez de eso, él dice: «Es verdad – para mí (o para nosotros)». No existe la verdad, sólo la verdad relativa de un individuo o un grupo – la verdad para mí, para ti, para él, para ella, para nosotros, para vosotros, para ellos.
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Tus maestros, los místicos de ambas escuelas, han trocado la causalidad en sus consciencias, y luego se esfuerzan por trocarla en la existencia. Ellos ven sus emociones como la causa, y su mente como un efecto pasivo. Convierten sus emociones en su herramienta para percibir la realidad. Consideran sus deseos como una primaria irreducible, un hecho por encima de todos los hechos. Un hombre honrado no desea nada hasta haber identificado el objeto de su deseo. Él dice: «Es, luego lo quiero». Ellos dicen: «Lo quiero, luego es».
Ellos quieren falsear el axioma de la existencia y la consciencia, quieren que su consciencia sea un instrumento no de percibir sino de crear la existencia, y que la existencia sea no el objeto sino el sujeto de sus consciencias – ellos quieren ser el Dios que crearon en su imagen y semejanza, creando un universo a partir de un vacío por un capricho arbitrario. Pero la realidad no puede ser engañada. Lo que ellos consiguen es lo opuesto de su deseo. Quieren ejercer un poder omnipotente sobre la existencia; en vez de eso, pierden el poder de su consciencia. Al rehusarse a conocer, se condenan a sí mismos al horror de una ignorancia perpetua.
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Hay dos versiones diferentes de subjetivismo, que se distinguen por sus respuestas a la pregunta: ¿de quién es la consciencia que crea la realidad? Kant rechazó la más antigua de ellas, que era la noción de que los sentimientos de cada hombre crean un universo privado para él. En vez de eso, Kant marcó el comienzo de la era del subjetivismo social – la noción de que no es la consciencia de individuos, sino de grupos, la que crea la realidad. En el sistema de Kant, la humanidad como un todo es el grupo decisivo; lo que crea el mundo «fenomenal» no son las idiosincrasias de individuos específicos, sino la estructura mental común a todos los hombres.
Filósofos posteriores aceptaron el enfoque fundamental de Kant, pero lo llevaron un paso más adelante. Si, muchos afirmaron, la estructura de la mente es la materia prima bruta, que no puede ser explicada – como Kant había dicho – entonces no hay razón para que todos los hombres deban tener la misma estructura mental. No hay razón para que la humanidad no deba ser dividida en grupos que compiten entre sí, cada uno definido por su forma particular de consciencia, cada uno pugnando con los otros por la captura y el control de la realidad.
Así, el primer movimiento mundial que extendió la posición de Kant fue el Marxismo, que proponía una subjetividad social en términos de clases económicas luchando entre sí. En este tema, como en muchos otros, los nazis siguieron los pasos de los marxistas, sólo sustituyendo «clase» por «raza».
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Fuentes:
«¿Quién es la Autoridad Final en Ética?», The Objectivist Newsletter
«Discurso de Galt», For the New Intellectual
«Arte y Traición Moral», The Romantic Manifesto
Leonard Peikoff, «The Ominous Parallels»
Leonard Peikoff, «Nazismo y Subjetivismo», The Objectivist
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Ver también: Subjetivismo – Arte y Subjetivismo – Psicología
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http://en.wikipedia.org/wiki/Lilac_chaser
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