Después de que The Objective Standard publicara mi artículo, «Ayn Rand tenía razón: los gatos tienen valor objetivo«, varias personas desafiaron esa idea en Facebook. Alegaron que la teoría del valor objetivo que yo había presentado (basada en la teoría ética de Ayn Rand) de alguna manera implica que la teoría del valor del trabajo de Marx (o sea, que el valor es simplemente función del trabajo) es verdadera, que un valor puede existir sin evaluador, que una cosa objetivamente valiosa tendrá que tener el mismo valor para todo el mundo. Todas esas afirmaciones sobre lo que son valores objetivos están equivocadas.
Valor objetivo no significa que algo tiene valor sin que haya alguien que lo valore (esa es la teoría que llamamos “intrinsicismo”), y tampoco significa que una cosa objetivamente valiosa tenga que tener el mismo valor para cada persona que la valora.
¿Qué significa tener un “valor objetivo”? Algo es objetivamente valioso cuando la persona que busca el objeto en cuestión lo hace de forma racional, buscando realmente mejorar su vida y su felicidad. Algunos de los valores objetivos (aunque no todos) son también valores universales, lo que significa que son necesarios para la vida de toda persona. Por ejemplo, la comida es algo objetivamente valioso para todo el mundo, porque todo el mundo necesita alimento para poder vivir. El trigo, por el contrario, es objetivamente valioso sólo para quien se lo come tratando de mejorar su vida y su felicidad; no es objetivamente valioso para alguien a quien no le gusta el trigo o para quien tiene una enfermedad celíaca (de hecho, es objetivamente perjudicial para éste último). La morfina es objetivamente valiosa para una persona que la usa para aliviar el dolor mientras se recupera de una cirugía; pero es objetivamente perjudicial para una persona que abusa de la droga. Podríamos multiplicar los ejemplos.
El que algo favorezca la vida de uno o la perjudique es una cuestión de hecho, no es cuestión de opinión subjetiva. Que un ser humano necesite alimento para vivir no es cuestión de opinión; es un hecho. Que inyectarte enormes cantidades de morfina en las venas por «diversión» es perjudicial para tu vida es también un hecho. Aunque un drogadicto imagine que sus drogas mejoran su vida, de hecho la están dañando. Si alguien siente subjetivamente que puede vivir de la luz del sol y del arco iris en vez de consumir alimentos, y actúa en consecuencia, todos sabemos el resultado inevitable al que llegará. El que alguien esté vivo o muerto es un hecho, no una interpretación subjetiva.
¿Por qué es el concepto aparentemente sencillo de valor objetivo tan difícil de entender para muchas personas (sobre todo para quienes han estudiado economía)? La respuesta es que muchos economistas confunden el valor relacionado con el sujeto (el valor relacionado con quien valora) con el valor moralmente subjetivo.
Históricamente, varios economistas – incluyendo Adam Smith y Karl Marx – se sintieron confusos con la naturaleza del valor. Veamos algunos ejemplos típicos de este problema: ¿Por qué suelen los diamantes costar más que el agua, a pesar de que el agua es esencial para la vida? ¿Por qué algunas cosas que son rápidas y fáciles de producir cuestan más y se venden mejor que otras que requieren mucho tiempo y muchos recursos para producir? ¿Por qué algunos obreros ganan más que algunos profesores altamente educados? ¿Cómo pueden dos individuos intercambiar dos artículos diferentes y ambos salir beneficiados, si el número y el tipo de bienes intercambiados no varían? ¿Por qué una persona está dispuesta normalmente a pagar menos por un producto adicional que por el mismo producto que compró inicialmente?
A finales del siglo XIX, varios economistas (entre ellos Carl Menger, fundador de la escuela austríaca de economía) resolvieron este tipo de problemas con su teoría de la «Revolución Marginal» (también llamada a veces la «revolución subjetivista»). Observaron que nada tiene valor en sí mismo a menos que haya alguien que lo valore. Algo es un valor porque está siendo valorado por un sujeto específico, y el valor que ese algo tiene para una persona determinada cambia a menudo dependiendo de las circunstancias. Por ejemplo, si tienes mucha agua y ningún diamante, el valor de una unidad adicional («marginal») de agua para ti es muy pequeño, mientras que el valor de un diamante adicional es potencialmente muy grande.
A esto se refieren los economistas cuando hablan de «valor subjetivo» (las veces que dicen cosas que tienen sentido): Para que algo sea un valor debe ser algo buscado por un sujeto específico, y, en cuanto a bienes y servicios, el valor relativo de algo para una persona determinada puede variar según sus necesidades y sus objetivos, la cantidad que la persona ya tiene, y otros factores.
Este uso del concepto “valor” está totalmente de acuerdo con la visión general básica que tiene Ayn Rand de lo que es un valor: algo que uno actúa para conseguir o mantener. Sin embargo, el punto de vista de los economistas no tiene en cuenta el desarrollo ulterior que hizo Rand basado en su definición de valor. Rand progresó hasta observar e integrar muchas verdades adicionales que la llevaron a descubrir la norma objetiva de valor moral: los requisitos de la vida del hombre. Como resume Rand, «Todo lo que es apropiado para la vida de un ser racional es lo bueno; todo lo que la destruye es lo malo».
Por desgracia, cuando algunos economistas piensan que los valores son «subjetivos», lo que hacen es asumir que no existe ninguna norma objetiva para determinar el valor moral; asumen que un valor es sólo cuestión de opinión personal. Según ese punto de vista, no hay ninguna diferencia básica entre alguien que «subjetivamente» valore los alimentos para poder vivir, y alguien que «subjetivamente» valore la morfina para alimentar su adicción a las drogas. Pero de hecho hay una gran diferencia: para poder vivir, la gente tiene que comer alimentos; pero no necesita abusar de las drogas, y al hacerlo están perjudicando sus vidas. Captar esta diferencia es crucial para comprender la teoría objetiva del valor moral. Los economistas que deseen entender estas ideas en más detalle harían bien en leer los ensayos de Ayn Rand sobre el tema publicados en La Virtud del Egoísmo.
Uno no tiene por qué rechazar la Revolución Marginal en Economía para aceptar la Revolución Objetivista en Ética, ni viceversa; bien entendidas, ambas son totalmente compatibles y complementarias. Bien entendidas, ambas son objetivamente verdaderas y objetivamente valiosas.
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Por Ari Armstrong, publicado en The Objective Standard en 2014. Editado, traducido y publicado por Objetivismo.org con permiso de TOS.
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¿Está traducido al español la carta a la que se hace referencia al principio de este artículo?. Gracias.
[…] Economists’ “Subjective Value” and Ayn Rand’s Objective Value Reconciled […]
El valor como una acción para obtener y mantener, lo que es apropiado para el hombre racional, es claro, alguien puede desear aplicar el uso de la fuerza para lograr un beneficio, requiere valor hacerlo, pero es la clase de… Leer más »
Toxin, permiteme copiar un fragmento de un comentario mio publicado hace unos días: «¿Puedes hacer algo más además de lanzar palabras al aire a ver si quedan bien? No por nada, pero hasta ahora has estado haciendo muchas afirmaciones (los… Leer más »