En Bolivia, el “socialismo democrático” acaba de seguir su curso natural.
¿Cuál es el curso natural del “socialismo democrático”? Pues la tiranía y el caos, por supuesto. Sin duda, Bolivia ha evitado hasta ahora los peores resultados. En sus 14 años como presidente, Evo Morales no fue tan radical como Hugo Chávez en Venezuela, y por lo tanto no quemó todo el dinero del gas natural del país. Pero sí demostró ser
igual de dedicado a la parte “democrática” del “socialismo
democrático”.
Bajo una nueva constitución adoptada durante su presidencia, Morales se limitó a dos períodos en el cargo, pero consiguió que el tribunal supremo de la nación declarara que su primer mandato no contó, puesto que había empezado antes de la nueva constitución. Luego, cuando él llegó al final de su tercer mandato, exigió un referéndum para cambiar la constitución y permitirle un cuarto mandato. Cuando el referéndum fue rechazado, él hizo que sus compinches leales en el tribunal lo anularan, y se postuló para un cuarto mandato, de todos modos.
Entonces esto es lo que pasó con la votación.
“En las horas posteriores al cierre de las urnas, los resultados preliminares mostraron que Morales estaba ligeramente por delante de su oponente, el ex-presidente Carlos Mesa. El estrecho margen habría provocado una segunda vuelta en diciembre. Pero la oposición y los observadores internacionales comenzaron a sospechar después de que los funcionarios electorales pararan de contar durante unas 24 horas, sin dar ninguna explicación. Cuando se reanudó el conteo, el liderazgo de Morales había aumentado significativamente”.
El pueblo boliviano respondió con protestas masivas que llevaron a Morales a renunciar la semana pasada y a huir a México. Pero eso no significa que Morales estaba haciendo lo correcto. En vez de eso, él denunció la resistencia contra él como siendo un “golpe”. Los miembros de su partido entonces renunciaron a los cargos en los que habrían sido sus sucesores bajo la constitución de Bolivia. Eso parece haber sido un intento deliberado de socavar a su eventual sucesor, dejando al país sin un gobierno legítimo en absoluto. Luego, Morales envió a muchedumbres leales a las calles para que exigieran una revocación del “golpe”.
“Con las tensiones a flor de piel tras la renuncia de Morales el domingo pasado, los manifestantes salieron a las calles para denunciar a la presidenta interina de la nación, Jeanine Añez. Los manifestantes, formados en su mayoría por miembros de la población indígena de Bolivia, ven el gobierno de Añez como ilegítimo, y están clamando por el regreso de Morales…
“La violencia en Sacaba es parte de un movimiento mayor a favor de Morales que está arrasando el país, mientras sus partidarios dentro de la población indígena de Bolivia protestan la salida de Morales de su cargo. Morales, un socialista y el primer presidente indígena de Bolivia, renunció, bajo la presión de los militares, tres semanas después de declararse ganador de una elección que se vio empañada por acusaciones generalizadas de fraude. Desde entonces ha llamado a su salida un `golpe de estado´”.
Esa es la forma “socialista democrática”. El líder siempre habla por “el pueblo”, da igual que el pueblo esté de acuerdo o no. Si las personas deciden que quieren que otra persona hable por ellas, él quemará el país en vez de aceptarlo.
Eso también es una advertencia, supongo, sobre los líderes que imprudentemente hablan por hablar sobre la oposición constitucional como siendo un “golpe”. De nuevo, no se me ocurre la posible aplicación que eso podría tener aquí en los Estados Unidos.
Si Morales no logra hundir a su nación en el caos, eso será una buena señal de que un país puede volver desde el borde de una tiranía “socialista democrática” antes de llegar a la etapa de un colapso total. Eso también proporcionaría una esperanza muy necesaria para la causa de la libertad a nivel mundial.
Esa es la posición optimista que nos presenta Yascha Mounk.
“Aunque la democracia liberal ha demostrado ser mucho más frágil de lo que la mayoría de los científicos sociales asumieron hace unos pocos años, no se vislumbra un sistema político alternativo que resuelva mejor sus propias contradicciones internas. Mientras que los populistas tanto de izquierdas como de derechas han sido sorprendentemente hábiles socavando los sistemas democráticos con la falsa promesa de devolverle el poder al pueblo, sus instintos autoritarios en última instancia hacen que enormes segmentos de la población se vuelvan en su contra. Los valores centrales de la democracia liberal —la libertad individual y la autodeterminación colectiva— pueden ser más universales que los recientes retrocesos parecen sugerir.
“La repentina pérdida de apoyo a Morales no sólo debería asustar a dictadores izquierdistas asediados, como pasa con Maduro en Venezuela; también debería aterrorizar a los populistas de extrema derecha, como Orbán de Hungría o Recep Tayyip Erdogan de Turquía, que todavía parecen tener un firme control del poder”.
Mounk tal vez debería verificar su formulación sobre la naturaleza de una “democracia liberal” embattled —“ una libertad individual y una autodeterminación colectiva”— y preguntar si la segunda mitad socava la primera. Esa es precisamente la contradicción que los dictadores de la derecha y la izquierda tratarán de explotar, autodenominándose como la voz autodefinida de la “autodeterminación colectiva”, a la cual habrá que sacrificar la “libertad individual”.
En cuanto a su predicción, confío en que, a la larga, pase lo que pase ahora en Bolivia y en otros lugares, las dictaduras de todo tipo estén engendrando sus propios enemigos internos, y que las naciones libres al final demostrarán ser más fuertes.
Mounk tiene absolutamente razón en una cosa: no hay ninguna alternativa a la libertad, ninguna que sea compatible con los requisitos de la vida humana.
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por Robert Tracinski, https://tracinskiletter.com/
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Traducido, editado y publicado por Objetivismo.org, con permiso del autor.
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