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La razón como único medio de conocimiento del hombre — OPAR [5-2]

Capítulo 5- La razón

La razón como único medio de conocimiento del hombre [5-2]

Objectivism: The Philosophy of Ayn Rand
(«OPAR») por Leonard Peikoff
Traducido por Domingo García
Presidente de Objetivismo Internacional

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* * *

Consideremos ahora las implicaciones epistemológicas de la discusión anterior.

La razón es una facultad de darse cuenta; su función es percibir lo que existe por medio de organizar los datos observados. Y la razón es una facultad volitiva; tiene el poder de direccionar sus propias acciones y verificar sus conclusiones, el poder de mantener una cierta relación con los hechos de la realidad. La emoción, en contraste, es una facultad, no de percibir, sino de reaccionar a lo que uno percibe. Este tipo de facultad no tiene capacidad de observación y no tiene volición; no tiene ningún medio independiente de acceder a la realidad, no tiene medios para guiar su propio curso, y no tiene capacidad para monitorear su propia relación con los hechos.

Las emociones son consecuencias automáticas de las conclusiones anteriores de una mente, da igual cómo esa mente haya sido utilizada o mal utilizada en el proceso de alcanzarlas. Las ideas y los juicios de valor que están en la raíz de un sentimiento pueden ser verdaderos o falsos; pueden ser producto de una lógica minuciosa o de una confusión chapucera; pueden ser mantenidos en términos explícitos, o pueden ser subconscientes y sin identificar. En todos esos casos, tanto positivos como negativos, la emoción obedientemente sigue. Ella no tiene el poder de cuestionar su curso o de validar sus raíces contrastándolas con la realidad. Sólo la facultad del hombre que es volitiva y orientada a la existencia tiene tal poder.

Los sentimientos o las emociones no son parte del método de la lógica; no son evidencias para una conclusión. El hecho de que un hombre tenga un cierto sentimiento significa simplemente que, a través de algún tipo de proceso, llegó a una cierta idea, que ahora está guardada en su subconsciente; eso deja completamente abierta la cuestión de la relación de esa idea con la realidad. Para identificar esa relación, uno necesita un proceso de validación de ideas, es decir, un proceso de razón. 5

Aunque razón y emoción por su naturaleza están en armonía, el que parezca haber conflictos entre ellas, como hemos visto, es posible; la fuente de tal apariencia es una contradicción entre las conclusiones conscientes y subconscientes de un hombre en cuanto a una cuestión de evaluación. Cuando esto ocurre, las ideas conscientes pueden ser correctas y las subconscientes, equivocadas. O puede ocurrir a la inversa: un hombre puede conscientemente mantener una idea equivocada mientras tiene una emoción que choca con ella, una emoción derivada de una premisa subconsciente verdadera. En ambos tipos de casos, sin embargo, la verdadera colisión es entre las dos ideas. Y la única manera de resolver el conflicto, de saber qué lado es correcto, es someter ambas ideas al tribunal de la razón.

Aunque su raíz intelectual resulte ser cierta, un sentimiento no puede conocer ese hecho; un sentimiento no tiene cómo juzgar cuál es el estado cognitivo. Sólo la mente puede decidir en cuestiones de lo que es verdad.

En el capítulo 1, a partir del estudio de la primacía de la existencia, concluí que los sentimientos no son un camino para la verdad. La introspección, dije, no es un medio para el conocimiento externo. Ahora, a través del estudio de los medios de consciencia del hombre, esa discusión anterior ha sido confirmada y completada. La metafísica y la epistemología se unen. Se unen declarando que «las emociones no son herramientas de conocimiento«. 6

Ahora podemos responder a la pregunta: ¿Es la razón el único medio de conocimiento del hombre? La respuesta requiere que uno comprenda que el único medio alternativo de conocimiento jamás propuesto ha sido sentimiento o emoción.

Algunos hombres que proponen una alternativa a la razón son emocionalistas explícitos. Otros, sin embargo, intentando esquivar a la vez razón y emoción, mantienen la eficacia cognitiva de una variedad de candidatos, tales como intuición, revelación, inferencia dialéctica, instinto ario, percepción extrasensorial, o trances arrebatos inducidos por drogas.

Los elementos de la razón son objetivamente identificables; abstracciones como «percepto”, “concepto» y «lógica» son reducibles a datos observables. Pero a abstracciones como «intuición”, “revelación» y el resto de ellas, precisamente porque pretenden nombrar una facultad que trasciende a la razón, no se les puede dar una definición objetiva; no hay ninguna cadena lógica que una a tales abstracciones con datos sensoriales. Como resultado, no hay ningún medio objetivos con el que usar o aplicar tales términos. Técnicamente, son conceptos inválidos. Prácticamente, una persona que los usa no tiene más remedio que contar con sus sentimientos.

¿Cómo puede un hombre saber que la voz que él oye proviene de Dios, de un trance espiritual o de la sangre de una raza superior, mientras que la voz oída por su enemigo, quien afirma tener un mensaje opuesto proveniente de la misma fuente, es un engaño o una estafa? La respuesta perenne es: el hombre simplemente lo sabe. ¿Cómo? Lo siente. ¿Cómo sabe que lo que su enemigo dice está equivocado? Lo siente. ¿Cómo sabe que sus propios sentimientos son confiables? Lo siente.

Cuando una persona declara que la razón no es el único medio de conocimiento del hombre, esa persona, lo admita o no, acaba contando con la emoción como medio de conocimiento. La emoción es la única función que queda para guiar la consciencia humana, una vez que uno abandona las actividades sensoriales y conceptuales de la mente.

La conclusión es clara: no hay alternativa ni suplemento para la razón como medio de conocimiento. Si uno intenta darles a las emociones ese papel, entonces ha dejado de ser parte de la actividad de cognición. En vez de eso, está subvirtiendo la integridad de sus procesos mentales e invalidándolos, al introducir elementos no objetivos como guía. Una emoción no analizada, una emoción cuyas raíces intelectuales uno no ha identificado y validado con un proceso de razón, es meramente un evento subjetivo de la consciencia de uno. Puede ser comparada con una abstracción flotante, o con una proposición de mayor nivel que no ha reducido a datos perceptuales. Es un estado mental desconectado de la realidad, un estado cuya relación con los hechos uno no conoce.

Pasando ahora a la importancia práctica, el presente análisis implica una responsabilidad epistemológica crucial. Si un hombre trata de pensar racionalmente, él debe comprender la diferencia entre razón y emoción. Debe aprender, y luego metódicamente observar, la diferencia entre pensamiento y sentimiento – entre lógica y deseo – entre perceptos y conceptos por un lado, y expectativas, deseos, odios, amores y miedos por el otro. Mediante un monitoreo continuo de sí mismo, él debe asegurar que durante cualquier actividad cognitiva, el sentimiento es dejado de lado . . . que no se le permite dirigir el curso de la investigación o de afectar su resultado. Una investigación racional es aquella dirigida no por la emoción, sino por el pensamiento, una que acepta como evidencia, no ninguna clase de pasión, sino sólo hechos demostrables, objetivos.

Lo anterior no es un punto de vista «anti-emoción». Las emociones juegan un papel esencial en la vida humana, y en ese papel deben ser sentidas, nutridas, respetadas. Sin esa facultad, los hombres no podrían alcanzar la felicidad y ni siquiera sobrevivir; no tendrían deseos, ni amor, ni miedo, ni motivación, ni ninguna respuesta a valores. La cuestión epistemológica, sin embargo, sigue siendo la misma: el papel de las emociones, aunque esencial, no es descubrir la realidad. Uno no está denigrando las actividades de comer o de respirar por negar que esas actividades no son medios de cognición. Lo mismo se aplica a los sentimientos.

Objetivismo no está en contra de las emociones, sino en contra del emocionalismo. La preocupación de Ayn Rand no es apoyar el estoicismo o la represión, sino identificar una división de trabajo mental. No hay nada de malo con un sentimiento que procede de un acto de pensamiento; es el patrón humano natural y apropiado. Hay todo de malo con un sentimiento que trata de sustituir al pensamiento, usurpando su función.

Si un individuo experimenta una colisión entre sentimiento y pensamiento, no debe ignorar sus sentimientos. Debe identificar las ideas que están en su base (lo cual puede ser un proceso que lleve tiempo); luego debe comparar estas ideas con sus conclusiones conscientes, ponderando los conflictos objetivamente; y por fin debe modificar su punto de vista según sea necesario, descartando las ideas que piense que son falsas. Lo que debe buscar es, no un escape a través de la represión, sino una plena identificación y luego un análisis racional de sus ideas, culminando en una integración nueva y no contradictoria. El resultado será el restablecimiento de armonía emocional en su consciencia.

Lo anterior indica el modelo de la relación correcta entre razón y emoción en la vida de un hombre: la razón primero, la emoción como una consecuencia. La razón es la facultad fundamental de la consciencia humana, la facultad orientada a la existencia. La emoción es un derivado, que debe ser tratado como tal. Uno debe, por lo tanto, comenzar cualquier investigación o cometido centrándose en la realidad; es decir, uno debe comenzar con el compromiso de obedecer a la razón, en cada cuestión y a cualquier costo. Uno procede a sacar conclusiones, incluyendo juicios de valor, de acuerdo con eso (y a revisarlos todos ellos cuando sea necesario). Entonces uno experimenta las emociones a las que esas conclusiones conducen. Con este enfoque a la vida, a la realidad y a la razón se les da la posición primaria; se las considera el guía absoluto de uno, al cual la emoción debe adecuarse.

La alternativa es intentar invertir la relación, haciendo la siguiente secuencia: la emoción como primaria, la razón y la realidad como derivados. Para tal persona, una emoción, independientemente de su origen, es el guía absoluto que tiene prioridad sobre el pensamiento y a la que pretende que se adecúen los hechos. Esta es la política de colocar un «yo deseo» por encima de un «es». Las personas que hacen eso, escribe Ayn Rand,

consideran sus emociones como una causa y sus mentes como un efecto pasivo. Convierten a sus emociones en su herramienta para percibir la realidad. Consideran a sus deseos como una primaria irreducible, como un hecho que suplanta a todos los hechos. Un hombre honesto no desea nada hasta haber identificado el objeto de su deseo. Él dice: «Es, por lo tanto lo deseo. Ellos dicen: «Lo deseo, por lo tanto es». 7

Epistemológicamente, esta inversión significa el rechazo de la objetividad. Metafísicamente, significa la primacía de la consciencia y por lo tanto el rechazo de la realidad. Psicológicamente, es lo que subyace el proceso de evasión. Éticamente, por lo tanto, es la raíz de todo mal.

La racionalidad en el presente tema consiste en formar las emociones de uno en base a la mejor y más escrupulosa percepción lógica de la realidad que uno tenga, y luego en recordar que las emociones son consecuencias, que no pueden ser seguidas dejando de lado la realidad. La irracionalidad consiste en considerar los sentimientos de uno, independientemente de cómo se hayan formado, como un absoluto, y luego pretender que la realidad se ajuste a ellos. La realidad, sin embargo, no se ajustará. A es A.

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Referencias

Obras de Ayn Rand en versión original: Ayn Rand Institute
Obras de Ayn Rand traducidas al castellano: https://objetivismo.org/ebooks/

Al referirnos a los libros más frecuentemente citados estamos usando las mismas abreviaturas que en la edición original en inglés: 

AS     (Atlas Shrugged) – La Rebelión de Atlas
CUI    (Capitalism: The Unknown Ideal) – Capitalismo: El Ideal Desconocido
ITOE (Introduction to Objectivist Epistemology) – Introducción a la Epistemología Objetivista
RM    (The Romantic Manifesto) – El Manifiesto Romántico
VOS   (The Virtue of Selfishness) – La Virtud del Egoísmo

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Notas de pie de página

Las notas de pie de página no han sido traducidas al castellano a propósito, pues apuntan a las versiones de los libros originales en inglés (tanto de Ayn Rand como de otros autores), algunos de los cuales ni siquiera han sido traducidos, y creemos que algunos lectores pueden querer consultar la fuente original. Los números de las páginas son de la edición del libro de bolsillo correspondiente en la versión original.

Capítulo 5 [5-2]

5. See Philosophy: Who Needs It, «Philosophical Detection,» p. 17.
6. For the New Intellectual, title essay, p. 55, emphasis added.
7. Atlas Shrugged, p. 962.

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