Para vivir, el hombre debe postular tres cosas como los valores supremos y gobernantes de su vida: Razón – Objetivo – Autoestima. Razón, como su única herramienta de conocimiento – Objetivo, como su compromiso con la felicidad que esa herramienta debe proceder a alcanzar – Autoestima, como la inviolable certeza de que su mente es competente para pensar y su persona es digna de felicidad, o sea: digna de vivir.
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El hombre de verdadera confianza en sí mismo es el hombre que confía en el juicio de su propia mente.
Cada acto de la vida del hombre tiene que ser voluntario; el mero acto de obtener o consumir su alimento implica que la persona que él está preservando es merecedora de ser preservada; cada placer que él busca disfrutar implica que la persona que lo busca es merecedora de poder disfrutar. Él no tiene opción sobre su necesidad de autoestima, su única opción es el criterio de cómo medirla. Y él comete un error fatal cuando substituye este instrumento que protege su vida por algo al servicio de su propia destrucción, cuando escoge un criterio que contradice la existencia y coloca su autoestima en contra de la realidad.
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No hay valor más alto que la autoestima, pero lo has invertido en activos falsos, y ahora tu moralidad te tiene atrapado de tal forma que te ves forzado a proteger tu autoestima luchando por el credo de la autodestrucción. La siniestra broma es sobre ti: la necesidad de autoestima que eres incapaz de explicar o definir pertenece a mi moralidad, no a la tuya; es el símbolo objetivo de mi código; es la prueba de mi argumento dentro de tu propia alma.
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Autoestima es contar con el propio poder de uno para pensar. No puede ser sustituida por el poder de uno para engañar. La confianza en sí mismo que tiene un científico y la confianza en sí mismo que tiene un estafador no son estados intercambiables, y no provienen del mismo universo psicológico. El éxito de un hombre que lidia con la realidad aumenta la confianza que tiene en sí mismo. El éxito de un estafador aumenta su pánico.
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El hombre de verdadera confianza en sí mismo es el hombre que confía en el juicio de su propia mente. Tal hombre no es maleable; puede estar equivocado, puede ser engañado en un caso concreto, pero él es inflexible en cuanto al absolutismo de la realidad, es decir, en cuanto a buscar y exigir la verdad. . .
Sólo hay una fuente de verdadera confianza en sí mismo: la razón.
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Atacar el «egoísmo» es atacar la autoestima del hombre; ceder uno es ceder la otra.
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Honor es autoestima hecha visible en acción.
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Amar es valorar. Sólo un egoísta racional, un hombre de autoestima, es capaz de amar, porque él es el único hombre capaz de mantener valores firmes, consistentes, sin concesiones, sin traiciones. El hombre que no se valora a sí mismo no puede valorar nada o a nadie.
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Fuentes:
Discurso de Galt — de La Rebelión de Atlas
“La Era de la Envidia” — Return of the Primitive: The Anti-Industrial Revolution
Introducción — La Virtud del Egoísmo
Filosofía: Quién la Necesita, Filosofía: Quién la Necesita
La Ética Objetivista — La Virtud del Egoísmo
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