Ensayo publicado en el libro
“Por qué los empresarios necesitan filosofía”
Guía del capitalista a las ideas presentadas en
La rebelión de Atlas, de Ayn Rand
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“¡Estamos en los últimos segundos del partido! ¡El penalty definitivo…! Si lo marcamos, ganamos la Copa. La pelota ya está en el punto de penalty. El artillero se prepara. . . dispara. . . ¡Gol! ¡Gooooooool…! ¡La selección nacional ha ganado en los penalties por 5 a 4! ¡Somos campeones…!” Los espectadores gritan, el estruendo es ensordecedor. De repente, el silencio.
El público recuerda que hoy es el inicio de una nueva política: la moralidad en el deporte. Es una política que fue concebida en las más famosas universidades del mundo, apoyada por los principales medios de comunicación, y votada ley por mayoría absoluta en todos los países del mundo.
La voz del comentarista resuena de nuevo: “¡El partido de hoy es una gran victoria para el equipo visitante! Sí, como oís. Está mal que los atletas estén obsesionados por competir, por ganar dinero, por su placer personal. Ya no tendremos más eso de ´que gane el mejor´ en el campo, ni más materialismo, ¡ni más egoísmo! Las nuevas reglas del juego consisten en sacrificarse: hay que poner al otro equipo por delante del tuyo, ¡es mejor dar que recibir! Por lo tanto, la selección nacional pierde. La condición para poder jugar hoy fue estar de acuerdo en renunciar a su victoria en favor de los visitantes. Como todos sabemos, los visitantes necesitan desesperadamente una victoria, y sus hinchas también. A partir de ahora lo que cuenta es la necesidad. La necesidad, no la habilidad de delanteros o defensas; la debilidad, no la fuerza; ayudar a los desafortunados, no recompensar a quienes ya son poderosos…”.
Nadie abuchea – ciertamente, lo que están oyendo es muy parecido a lo que siempre han oído en la iglesia – pero nadie ovaciona tampoco. “El fútbol nunca será igual”, le dice un hombre a su hijo. Los dos miran al suelo y se encogen de hombros. “¿Qué le está pasando al mundo?” pregunta el niño.
Por qué los empresarios necesitan filosofía
La idea básica detrás de esta fantasía – la idea de que el sacrificio es la esencia de la virtud – no es fantasía. Está a todo nuestro alrededor, aunque aún no haya llegado al deporte del fútbol. Nadie defiende más el egoísmo: ni los conservadores ni los liberales; ni los religiosos ni los ateos; ni los de derechas ni los de izquierdas.
Los hombres blancos, por ejemplo, no deberían ser tan “avariciosos”, oímos decir con frecuencia; deberían sacrificarse más por las mujeres y por las minorías de color. Tanto los patrones como sus empleados son inhumanos; dedican sus energías a preocuparse por su propio futuro, intentando enriquecerse, cuando deberían preocuparse por servir a sus clientes. Los americanos y los europeos son demasiado ricos, nos dicen; deberían transferirles parte de su abundancia a los pobres, tanto en casa como en el extranjero.
Si una persona pobre encuentra un trabajo y se eleva hasta el punto de poder comprar su propio seguro de salud, por ejemplo, eso no es un logro moral, nos dicen: está siendo egoísta, simplemente queriendo mejorar su situación y la de su familia. Pero si esa misma persona recibe atención médica gratuita del Estado, usando una tarjeta de crédito o de una ley hecha por el político de turno, eso es algo idealista y noble. ¿Por qué? Porque hay un sacrificio de por medio: un sacrificio que consiste en extorsionar a empresarios y médicos, un sacrificio extraído por medio de una soga de nuevas normativas alrededor de sus cuellos.
Si un país entra en guerra para defender sus intereses nacionales como hizo Estados Unidos en la Guerra del Golfo, nos dicen que esa guerra es mala porque es egoísta. Pero si ese mismo país invade alguna pocilga extranjera sin ningún motivo egoísta, sin que haya ningún interés nacional en juego, como en Bosnia, Somalia o Haití, entonces oímos elogios por parte de los intelectuales. ¿Por qué? Porque estamos siendo altruistas desinteresados.
La Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América declara que todos los hombres tienen un derecho inalienable a “la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”. ¿Qué significa “la búsqueda de la felicidad? Jefferson no dice que tú tienes obligación de buscar el placer de tu vecino o el bienestar colectivo de tu país, y menos de satisfacer las aspiraciones de los bosnios. Lo que sostiene es un principio egoísta: cada hombre tiene el derecho a vivir por sí mismo, por su propio interés personal, por su propia felicidad. No dice: atropella sin contemplaciones a los demás, o: viola sus derechos. Pero sí dice: persigue tus propios objetivos de forma independiente, con tu propio trabajo, y respeta el derecho de todos los demás individuos a hacer lo mismo.
En esencia, los Estados Unidos fueron concebidos por egoístas. Los Padres Fundadores tuvieron la visión de un país basado en el egoísmo y la búsqueda del beneficio, una nación del hombre hecho a sí mismo (del “self-made man”), del individuo, del ego, del “yo”. Hoy, sin embargo, oímos por todas partes las ideas opuestas.
¿Quiénes son las mayores víctimas de la actitud actual? ¿Quiénes son los hombres más denunciados y vilipendiados en el país? Sois vosotros. Vosotros, los empresarios. Y cuanto mayores y mejores seáis, peor sois moralmente, según el consenso actual. Os denuncian por un pecado: el de ser la personificación del egoísmo.
De hecho, en realidad sí sois egoístas. Sois egoístas en el sentido más noble, que es inherente en la naturaleza misma de los negocios: tratáis de obtener un beneficio, el mayor beneficio posible, vendiendo al precio más alto que el mercado soporte, mientras compráis al precio más bajo que podéis. Tratáis de ganar dinero – cantidades enormes de dinero, cuanto más, mejor – en parte (una pequeña parte) para gastarlo en lujos personales, pero en su mayor parte para volver a invertirlo en vuestro negocio, para que crezca todavía más y así podáis obtener beneficios aún mayores.
Como empresario, consigues tu beneficio siendo lo mejor que puedes ser en tu trabajo, es decir, creando los bienes y servicios que tus clientes quieren. No te beneficias por fraude o por robo, sino produciendo riqueza e intercambiándola con otros. Beneficias a otras personas – a la llamada “comunidad” – pero eso es una consecuencia secundaria de tu acción. No es ni puede ser tu objetivo ni tu motivo principal.
El gran empresario, el brillante hombre de negocios, es como un gran músico, o como un gran hombre en cualquier otra esfera de actividad. El compositor se centra en crear su música; su objetivo es expresar sus ideas en forma musical, en la forma específica con la que consigue más gratificación y le llena más a él mismo. Si el público disfruta de su concierto, por supuesto que se alegra – no hay discordancia entre él y sus oyentes – pero sus oyentes no son su principal objetivo. Su vida es el ejercicio de su poder creativo para lograr su propia satisfacción egoísta. Si no fuese así, no podría funcionar o componer. Si no estuviera motivado por una pasión poderosa, personal y egoísta, no podía exprimir de sí mismo la energía, el esfuerzo, el tiempo y el trabajo necesarios; no aguantaría las frustraciones diarias del proceso creativo. Eso es verdad de cualquier hombre creativo. También es verdad de tu negocio en la medida en que tienes éxito, es decir, en la medida en que eres creativo en organizar, gestionar, administrar, planificar a largo plazo, y en el resultado de todo ello: en producir.
Para un hombre creativo, su negocio es su vida. Su vida no son los resultados sociales de su trabajo, sino el trabajo mismo, literalmente: el pensamiento, los diseños, las decisiones, los tratos comerciales, la acción. La creatividad es inherentemente egoísta; la productividad es inherentemente egoísta.
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Fuente:
Ensayo publicado en el libro “Por qué los empresarios necesitan filosofía”
Traducido y editado por Objetivismo.org con permiso del autor
Guía del capitalista a las ideas presentadas en
La rebelión de Atlas, de Ayn Rand
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Por qué los empresarios necesitan filosofía [2-7] — por Leonard Peikoff
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muy seguido no ocurre eso, de hecho las empresas que mayor éxito tienen en la actualidad son las que satisfacen los caprichos de sus clientes y no las del empresario, también los políticos demagogos son los que mayor éxito tienen,… Leer más »