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Los empresarios como liberadores de la humanidad — por Leonard Peikoff

 Por qué los empresarios necesitan filosofía [4-7] — Por Leonard Peikoff
Ensayo publicado en el libro
Por qué los empresarios necesitan filosofía

 Guía del capitalista a las ideas presentadas en
La rebelión de Atlas, de Ayn Rand

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Hoy día existe un malvado doble estándar en el sistema de justicia americano. Compara cómo son tratados los delincuentes acusados con cómo son tratados los empresarios acusados. Por ejemplo: si un hombre (como O.J. Simpson) comete un doble asesinato atroz, las multitudes en todas partes proclaman a los cuatro vientos que es inocente hasta que se demuestre su culpabilidad. Millones acuden en su defensa; él compra a la mitad de los abogados del país y es absuelto de sus crímenes. Mientras que si un empresario inventa un método brillante para financiar proyectos empresariales a través de los llamados bonos basura, convirtiéndose así en un éxito fulgurante sin violar los derechos de nadie, él sí es culpable – culpable por definición, culpable de ser un hombre de negocios – y tiene que pagar multas de millones de dólares, realizar durante años servicio a la comunidad, dejar de trabajar en su profesión elegida, e incluso pasar muchos años en la cárcel.

Si en el proceso de perseguir tus beneficios egoístas realmente perjudicaras al público, entonces los ataques contra ti tendrían alguna justificación. Pero lo contrario es verdad. Tú consigues tus beneficios produciendo y comerciando libremente con tus clientes, de esa forma esparciendo riqueza y beneficios para todo el mundo. (Me estoy refiriendo aquí a los empresarios independientes que realmente producen en un mercado libre, no a los que se alimentan del erario público con subsidios, rescates, aranceles, y monopolios que el gobierno adjudica.)

Consideremos ahora en qué consiste esencialmente el administrar un negocio, y las cualidades de carácter que ello requiere.

Existe una importante división del trabajo que no se enseña en nuestras universidades. Los científicos descubren las leyes de la naturaleza. Los ingenieros e inventores aplican esas leyes al desarrollo de ideas para nuevos productos. Los obreros trabajan para producir esos bienes si se les da un sueldo y una tarea que hacer, es decir, un plan de acción y un objetivo productivo que oriente su trabajo. Todas esas personas y profesiones son esenciales para la economía. Pero no son suficientes. Si lo único que tuviésemos fuese conocimiento científico, ideas no probadas para nuevos productos y trabajo físico sin rumbo, nos moriríamos de hambre.

El elemento indispensable aquí – la “bujía” crucial que enciende y logra lo mejor de cada uno de esos grupos, transformando riqueza que es mero potencial en la abundancia de una sociedad industrial moderna – es la empresa.

Los empresarios acumulan capital a través de la producción y el ahorro. Ellos deciden en qué futuros productos invertir sus ahorros. Ellos tienen la crucial tarea de integrar los recursos naturales, los descubrimientos humanos y el trabajo físico. Tienen que organizar, financiar y administrar el proceso productivo, o elegir, entrenar y supervisar a hombres competentes para que lo hagan. Esas son las decisiones y las acciones rigurosas y cargadas de riesgo de las que la abundancia y la prosperidad dependen. El beneficio representa el éxito en lo que respecta a esas decisiones y acciones. La pérdida representa el fracaso. Filosóficamente, por lo tanto, el beneficio es devengado por una virtud moral, por la virtud moral más alta. Es el pago por el pensamiento, la iniciativa, la visión de largo alcance, el valor y la eficacia de los principales motores de la economía: los empresarios.

Tu virtud le confiere bendiciones a todos los segmentos de la sociedad. Al crear mercados de masas, estás haciendo nuevos productos disponibles a todos los niveles de ingresos. Al organizar empresas productivas, estás creando empleo para personas en innumerables campos de actividad. Al usar maquinaria, estás aumentando la productividad del trabajo, aumentando así la retribución y las recompensas del trabajador. El empresario, citando a Ayn Rand,

“es el gran libertador que, en el breve lapso de un siglo y medio, ha liberado a los hombres de la esclavitud a sus necesidades físicas, de las horribles jornadas de dieciocho horas de penoso trabajo físico para poder subsistir, de las hambrunas, de las pestes, del desesperado estancamiento y terror en el que la mayoría de la humanidad vivió durante todos los siglos pre-capitalistas, y en el que continúa viviendo en países no-capitalistas”. (1)

Si los empresarios son tales grandes libertadores, podéis estar seguros de que quienes os critican conocen ese hecho. La verdad es que estáis siendo criticados en parte porque sois los grandes proveedores y liberadores de la humanidad, lo que plantea otro tema fundamental.

El egoísmo no es la única virtud por las que sois condenados por los intelectuales de hoy. Ellos invocan otras dos cuestiones filosóficas, como un garrote con el que condenarte: la realidad y la razón.

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Nota (1). Ayn Rand, Para el Nuevo Intelectual. New York: New American Library, 1961, p. 27

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Fuente:

Ensayo publicado en el libro “Por qué los empresarios necesitan filosofía
Traducido y editado por Objetivismo.org con permiso del autor

Guía del capitalista a las ideas presentadas en
La rebelión de Atlas, de Ayn Rand

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Egoísmo y materialismo empresarial  [5/ 7] — Por Leonard Peikoff

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oscarf
oscarf

Intento traducir lo ultimo en noticias objetivistas pero no es fácil.

Ayn Rand

Las *emociones* son el resultado automático de los juicios de valor del hombre, integrados por su subconsciente; son estimaciones de lo que expande los valores del hombre o los amenaza, de lo que está a su favor o en su contra.

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