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¿Puede una sociedad existir sin un Principio Moral? — por Ayn Rand

Mucha gente hoy día tiene la pueril noción que la sociedad puede hacer lo que le plazca; que los principios son innecesarios, que los derechos son sólo una ilusión y que la conveniencia es la guía práctica a la acción.

Es verdad que la sociedad puede abandonar los principios morales y convertirse en un rebaño corriendo ciegamente hacia su destrucción. Así como es verdad que un hombre puede degollarse en cualquier momento que desee hacerlo. Pero un hombre no puede hacer eso si desea sobrevivir. Y la sociedad no puede abandonar los principios morales si espera existir.

La sociedad consiste en un gran número de hombres que viven juntos en el mismo país y que se relacionan entre sí. A menos que haya un código moral definido y objetivo, que los hombres comprendan y observen, éstos no tienen manera de tratar unos con otros – ya que ninguno puede saber lo que puede esperar de su vecino. El hombre que no reconoce moralidad alguna es un criminal; no puedes hacer nada al tratar con un criminal, salvo tratar de romperle el cráneo antes de que él te lo rompa a ti. No hay ningún otro lenguaje, no existen otras normas de conducta aceptadas mutuamente. Hablar de una sociedad sin principios morales es proponer que los hombres vivan juntos como criminales.

Todavía observamos, por tradición, tantos preceptos morales, que los damos por descontados y no nos damos cuenta de cuántas acciones son posibles en nuestra vida diaria, gracias a los principios morales. ¿Por qué es seguro el que puedas entrar en una tienda atestada de gente, hacer una compra y salir de nuevo? La multitud a tu alrededor necesita mercancías también; la multitud podría fácilmente dominar a las pocas vendedoras, saquear la tienda y quitarte tus bolsas así como tu billetera. ¿Por qué no lo hacen? No hay nada que los detenga y nada que te proteja – excepto el principio moral de tu derecho individual a la vida y a la propiedad.

No cometas el error de pensar que las multitudes se refrenan simplemente por el miedo a la policía. No habría suficientes policías en el mundo si los hombres creyeran que es correcto y práctico el saquear. Y si los hombres creyeran esto, ¿por qué los agentes de policía no podrían creerlo también? ¿Quiénes, entonces, serían los policías?

Además, en una sociedad Colectivista el deber de la policía no es proteger tus derechos, sino violarlos.

Ciertamente sería lo conveniente para la multitud saquear la tienda – si aceptamos la conveniencia del momento como una regla de acción válida y apropiada. Pero, ¿cuántas tiendas, cuántas fábricas, granjas u hogares tendríamos, y por cuánto tiempo, bajo esta norma de la conveniencia?

Si descartamos la moralidad y la sustituimos por la doctrina Colectivista del poder ilimitado de la mayoría, si aceptamos la idea de que la mayoría puede hacer lo que le plazca, y que cualquier cosa hecha por una mayoría está bien, porque la hace una mayoría (siendo ésta la única norma del bien y el mal), ¿cómo pueden aplicar los hombres esto en la práctica a su vida real? ¿Quién es la mayoría? Con relación a cada hombre en particular, todos los demás hombres son miembros potenciales de esa mayoría que puede destruirlo a voluntad en cualquier momento. Entonces, cada hombre y todos los hombres se convierten en enemigos; cada uno tiene que temer y sospechar de todos los demás; cada uno debe tratar de robar y asesinar primero, antes de que le roben y lo asesinen a él.

Si crees que esto no es más que teoría abstracta, échale una mirada a Europa para tener una demostración práctica. En la Rusia soviética y en la Alemania nazi, los ciudadanos privados hicieron el trabajo más detestable de la G.P.U. y de la Gestapo, espiándose unos a otros, entregando a sus propios parientes y amigos a la policía secreta y a las cámaras de tortura. Este fue el resultado en la práctica del Colectivismo en teoría. Esta fue la aplicación concreta de ese depravado y vacío slogan Colectivista que les parece tan altisonante a los que no piensan: “El bien común está por encima de los derechos individuales”.

Sin derechos individuales, ningún bien común es posible.

El Colectivismo, que coloca al grupo por encima del individuo y les dice a los hombres que sacrifiquen sus derechos para el bien de sus hermanos, acaba en una situación en la que los hombres no tienen más alternativa que temer, odiar y destruir a sus hermanos.

Paz, seguridad, prosperidad, cooperación y buena voluntad entre los hombres, todas estas cosas consideradas socialmente deseables, sólo son posibles en un sistema de Individualismo, en el que cada hombre está seguro de poder ejercer sus derechos individuales y tiene la certeza de que la sociedad está ahí para proteger sus derechos, no para destruirlos. Entonces cada hombre sabe lo que puede o no puede hacerles a sus vecinos, y lo que sus vecinos (ya sea uno o un millón de ellos) pueden o no pueden hacerle a él. Entonces es libre de tratar con ellos como amigo y como igual.

Sin un código moral, ninguna sociedad humana apropiada es posible.

Sin el reconocimiento de los derechos individuales, ningún código moral es posible.

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Fuente:

«Textbook of Americanism», The Ayn Rand Column — Ver ensayo completo aquí: El problema básico en el mundo hoy

Traducción: Objetivismo.org

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