Los salarios artificialmente altos que fueron forzados en la economía por causa de la sindicación obligatoria impuso dificultades económicas a otros grupos, especialmente a los trabajadores no sindicalizados y a los trabajadores no cualificados, quienes ya estaban siendo expulsados gradualmente del mercado. El desempleo generalizado de hoy día es el resultado de privilegios de las organizaciones de trabajadores, y de medidas relacionadas como las leyes del salario mínimo. Durante años, los sindicatos apoyaron estas medidas y otra legislación intervencionista, aparentemente creyendo que los costos serían pagados por los impuestos sobre los ricos. El crecimiento de la inflación ha demostrado que la principal víctima del gasto público y de los impuestos es la clase media. Las organizaciones de trabajadores son parte de la clase media . . . y el valor real de los «beneficios sociales» conseguidos a la fuerza por los trabajadores está siendo destruido.
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Las organizaciones de trabajadores han sido mucho más sensibles a los peligros del poder gubernamental, y mucho más conscientes de las cuestiones ideológicas. Sus portavoces han luchado contra el gobierno con confianza moral y en términos apropiados cada vez que han visto amenazados sus derechos. . . . La preocupación de los trabajadores nació únicamente para defender sus derechos; y quien defiende sus propios derechos está defendiendo los derechos de todos. Pero los trabajadores estaban manteniendo una política contradictoria, que no podía ser mantenida por mucho tiempo. En muchas cuestiones – sobre todo al apoyar la legislación del estado del subsidio – los trabajadores violaron los derechos de otros y fertilizaron el crecimiento del poder del gobierno. Y, hoy día, los trabajadores son los primeros en fila para convertirse en la próxima gran víctima del avance del estatismo.
Fueron los empresarios, no los trabajadores, quienes iniciaron la política de intervención del Estado en la economía (ya desde el siglo XIX), y los empresarios fueron la primera víctima. Los trabajadores adoptaron la misma política y se encontrarán con el mismo destino. Quien vive por la espada legalizada, perecerá por la espada legalizada.
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Fuentes:
The Ayn Rand Letter — “A Preview,” The Ayn Rand Letter, I, 23, 2
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Los sindicatos tienen que ser de afiliación voluntaria. Y no existe el derecho a hacer una huelga y pretender que te paguen el día, como pasa en Argentina. No existe el derecho a que te paguen por lo que no… Leer más »
Oajlá, la verdad si alguien hiciera eso le estaría agradecido con carácter vitalicio tanto al traductor como al promotor y pagador del mismo, recibiría una gratitud o pago espiritual inmenso. Ayn Rand es el mayor genio del siglo XX, el… Leer más »
Oye, omingod, ¿habría la posibilidad de pagarle mensualmente a un traductor para que fuera llevando al español todos estos trabajos de Ayn Rand?
Me quedo con la última frase: » Quien vive por la espada legalizada, morirá a manos de la espada legalizada» Es totalmente cierto, si uno entrega su mente a las autoridades del Estado y recibe favores del Estado obtenidos por… Leer más »