La lucha de clases comenzó como una visión dualista de la sociedad, una división entre los que tienen y los que no tienen. El ecologismo perpetúa esa misma premisa, pero ahora los que tienen son seres humanos, y los que no tienen son los miembros del reino animal. Y esa es la nueva cara de la izquierda post-humana: la imagen de un perro, un oso polar, una rata, o un globo terráqueo impersonal de color azul brillante, símbolo de un colectivismo global que ya no depende de ninguna concesión política y ni siquiera de la humanidad. Porque la Izquierda Post-Humana está menos interesada en seres humanos que lo está en mosquitos y en almejas….
Manifestaciones en Copenhague por los Derechos de la Hormiga, el Oso Polar y el Cocodrilo (Por Daniel Greenfield, Traducido de una editorial en el Wall Street Journal de fecha 14 de diciembre, 2009).
Hace un siglo, los manifestantes en las calles de una ciudad europea podrían haber estado marchando para llamar la atención sobre la difícil situación de los pobres que vivían en las chabolas en esas mismas calles. Los manifestantes de hoy se lanzan a las calles de Copenhague, no en nombre de otros seres humanos, sino por los derechos de la hormiga, el oso polar y el cocodrilo. La retórica no ha cambiado mucho, pero la visión esencial del mundo sí lo ha hecho, abrazando un colectivismo que ya no tiene nada de humano en él.
Ya no se trata de los pobres de Copenhague, Londres o Nueva York. En los países industrializados modernos, tales personas son en todo caso cada vez más difíciles de encontrar, y mucho menos representan las víctimas de capitalistas avariciosos. Realmente ya no se trata de ningún colectivo humano, sino de un colectivo biológico en el que los humanos ocupan un papel dentro del reino biológico, idéntico al que identifica a los estadounidenses dentro del orden mundial: el de invasores y explotadores.
Por quinientos millones de dólares corporativos, la película Avatar salpicará esa misma visión del mundo a través de un millón de pantallas de cine, respaldada por la última y más ingeniosa tecnología corporativa, usando extraterrestres en vez de animales. Es una visión del mundo que comenzó con Salva a las Ballenas y termina con Ahoga a los Humanos, pero es una que surge de un punto aún más profundo en el colectivismo de la lucha de clases, en la noción de que toda sociedad moderna es corrupta por naturaleza y debe estar sujeta a una constante ola de revoluciones de reforma destinadas a derrocar a los poderosos y levantar a los oprimidos.
Pero esa misma noción de lucha de clases ha estado sufriendo una prolongada y dolorosa muerte, aplastada por le hecho real que la economía libre funciona, y que en última instancia el capitalismo convierte a los pobres en la nueva clase media. Y así, para sustituir a los pobres nacionales que están desapareciendo para convertirse en la nueva clase media, los «nuevos pobres» en forma de inmigrantes del Tercer Mundo han sido importados y transportados para llenar el vacío del proletariado. Y así, Europa, Israel y la izquierda americana ayudaron a transformar a sus países en zonas de guerra, la nueva consciencia de clase fue levantada y una vez más los hijos e hijas de los ricos pudieron sacar sus guitarras y sus libros de texto marxista, y maldecir el privilegio y la riqueza de sus antepasados.
Pero una vez más, el mayor enemigo de la lucha de clases ha sido la productividad. Hoy en día las fuerzas productivas del capitalismo se han extendido incluso a las peores partes de África. De los miles de millones que Bush envió a África, hasta la Fundación Gates, hasta Un Portátil para Cada Niño y Microfinanzas, los capitalistas liberales demostraron de forma suficientemente paradójica, que los beneficios empresariales podían producir un cambio real, en vez de tratar al Tercer Mundo simplemente como posters de niños perpetuando la maldad de la opresión occidental.
El Ecologismo, en su encarnación actual, como el Culto del Calentamiento Global
El ecologismo, en su encarnación actual como Culto del Calentamiento Global se ha convertido en el arma definitiva de la lucha de clases, excepto que no ya no es Lucha de Clases, sino Lucha de Especies. Dirás lo que quieras sobre osos polares o pingüinos, pero a diferencia de cualquier otra minoría de cuya causa la izquierda ha intentando apropiarse en un momento u otro – no es probable que lleguen trotando desde el Polo Norte y exijan un asiento en la mesa. Esto ha hecho que los derechos de los animales y el ecologismo se hayan convertido en la mascota perfecta para el movimiento de izquierdas post-humano.
La lucha de clases comenzó como una visión dualista de la sociedad, dividida entre los que tienen y los que no tienen. El ecologismo perpetúa la misma premisa, pero esta vez los que tienen son seres humanos, y los que no tienen son los miembros del reino animal. Y esa es la nueva cara de la izquierda post-humana, el rostro de un perro, un oso polar, una rata – un globo impersonal de color azul brillante símbolo de un colectivismo global que ya no depende de ninguna concesión política y ni siquiera de la humanidad. Porque la Izquierda Post-Humana está menos interesada en seres humanos que lo está en mosquitos y en almejas.
Por supuesto, los que hacen y deshacen en Copenhague han hecho propuestas para que les sea financiado el maligno efecto del Carbono, uno de los elementos más comunes en el aire, a los países africanos para poder subirlos a bordo del carro del Calentamiento Global. Y muchos, demasiados, gobiernos africanos, entrenados a exigir dádivas del Primer Mundo, han aparecido en el momento justo. Naturalmente, ellos no creen en el calentamiento global, pero sí creen que tienen derecho al dinero por todo lo que Occidente ha producido, y si gritar por todo el daño que el carbón le ha hecho a África es la manera de conseguirlo, eso es lo que harán. Aún más naturalmente, los fondos para luchar contra el Calentamiento Global irán a las habituales cuentas bancarias extranjeras y a los mismos lugares a los que va la mayor parte de la ayuda exterior normal que no está centrada en humanos.
Pero lo que pasa es que Copenhague es el balido triunfal de un mundo inhumano, un mundo en el que la humanidad no tiene más significado que un molusco. Si los activistas de izquierdas le hubieran dedicado una fracción del esfuerzo que le han dedicado al Calentamiento Global al genocidio que está siendo llevado a cabo por el régimen sudanés en Darfur, un número incalculable de personas podrían haberse salvado. En vez de eso, los hipócritas caciques de izquierdas se subirán en sus aviones y en sus limousines, reservarán plantas enteras de hotel y se hartarán de los manjares más exquisitos importados de todo el mundo a expensas de los contribuyentes de la clase trabajadora – todo para poder gastar billones de dólares en esquemas que no harán nada para luchar contra un problema imaginario que incluso el más torpe de ellos sabe que no existe, pero que personalmente les enriquecerá y ellos y a sus partidarios.
La izquierda siempre ha utilizado la ideología de la Lucha de Clases como una palanca para elevarse a ellos mismos al poder, con el pretexto de una Dictadura del Proletariado, aprovechándose de las crisis económicas y de la indignación política para levantar una torre de tiranía sobre las mismas personas que los pusieron en sus cargos. La Unión Europea, como la URSS, como la Administración Obama, como cualquier otro organismo internacional apañado para servir los intereses de la misma gentuza, existe para combinar los intereses políticos y comerciales de los socialistas corporativos, mientras las turbas de extrema izquierda continúan afuera, suministrándoles las innovaciones ideológicas.
La Lucha de Especies tiene esa ventaja sobre la Lucha de Clases, en que es fundamentalmente irresoluble, que su éxito nunca puede ser medido o verificado, y en que completamente destruye la auto-estima de países y de individuos, enseñándole a generaciones enteras de niños a verse a sí mismos como una plaga, no sólo contra una variedad de aborígenes y países subdesarrollados, sino contra cualquier cosa viva en la tierra, desde el microbio a la foca amaestrada.
Si existe un mensaje presentado por el Culto del Calentamiento Global, es esencialmente, Una Plaga sobre la Humanidad y Todas Sus Obras. Y, en efecto, si aceptáramos su ideología y cada uno de sus mitos antiguos recalentados como un hecho, entonces la conclusión inevitable es que el mundo estaría mejor si la humanidad nunca hubiese existido. A pesar de todas sus caricaturas ingeniosas, colores brillantes y animales adorables que hay en el embalaje – la venenosa conclusión es el inevitable gusano dentro de la caja. La humanidad es una plaga. Un destructor tóxico asolando el medio ambiente. Sus fábricas, sus vacas, y hasta cada bocanada de aire que sale de su boca está matando a la tierra. ¿No sería mejor si la humanidad no existiese?
La ideología de la Lucha de Clases consiguió convencer a generaciones de estudiantes universitarios de que ellos tenían la culpa de ser hijos e hijas de los ricos y de la clase media, convenciéndoles a luchar por los pobres, sólo para descubrir que la mayoría de los pobres que no estaban interesados en vivir de subsidios en general querían ser ricos y de la clase media ellos también. Esa actitud retrógrada obviamente necesitó que ellos fueran gobernados por personas iluminadas como los estudiantes antes mencionados para poder curar a los pobres de esas tendencias egoístas y codiciosas.
Cuando los pobres del Mundo Libre consiguieron su deseo y se convirtieron en la clase media, en contraste a los pobres de la Patria Socialista de la Unión Soviética donde todo el mundo menos los estudiantes antes mencionados eran pobres, la ideología de la Lucha de Clases se convirtió en Lucha de Clases Global, y nuevas generaciones de estudiantes fueron convencidos de que eran malos simplemente por ser americanos, canadienses, británicos, israelíes, y de otros países desarrollados, explotadores, que se estaban aprovechando del Tercer Mundo. Al final resultó que, al igual que los pobres de sus propias naciones, lo que las naciones del Tercer Mundo querían era ser naciones del Primer Mundo. Y mientras las naciones del Primer Mundo han devastado su propia economía industrial, China y la India están en vías de convertirse en naciones del Primer Mundo.
La Lucha de Clases y la Lucha de Clases Global dan paso a la Lucha de Especies
Y ahora, Lucha de Clases y Lucha de Clases Global dan paso a la Lucha de Especies, y si resulta que lo que los osos polares realmente quieren es conducir vehículos todo terreno y tener sus propios televisores de pantalla grande – afortunadamente nunca serán capaces de hacérnoslo saber. Y se les enseñará a generaciones de estudiantes a sentirse mal por el simple hecho de ser humanos, por tener dos brazos y dos piernas, por tener la inteligencia de utilizar un microondas en vez de comer carne cruda, y por disfrutar de todas las comodidades de una civilización que les ha permitido el lujo de lamentarse por el destino del reino animal en primer lugar.
¿Y qué pasa con un pueblo a quien se les enseña a tener vergüenza de trabajar para vivir, de ser ciudadanos de un país próspero y hasta de ser humanos? ¿Qué pasa con niños a quienes se les enseña que un noble salvaje es más noble que ellos y que a su vez un animal es más noble que un hombre? No tenemos que mirar muy lejos para ver las consecuencias intelectuales de una ideología que afirma que no sólo no son los seres humanos mejores que los animales, sino que de hecho somos peor que animales.
Son los rasgos morales y espirituales de una nación los que la hacen grande. Y esos rasgos tienen sus raíces en un sentimiento de autoestima. Decirle a una generación tras otra que valen menos que animales es transformarlas en animales, sin vergüenza, sin ambición y sin ningún sentido de valor propio, sólo con lo que procede del plumaje abiertamente egotista del reino animal. Y esas personas son, por supuesto, muy fáciles de gobernar, de engañar, de estafar y de embaucar, de poder hacer estallar el látigo sobre sus cabezas y verlos postrarse de rodillas.
Las cadenas que están siendo forjadas en Copenhague son el producto ideológico de una izquierda post-humana decidida a acabar con todo rastro de dignidad del hombre, en beneficio de su propio poder político e ideológico. Para poder regir como quieren, tienen que tener una nación de esclavos que puedan ser gobernados. Las cadenas están siendo forjadas con leyes, pero hay unas cadenas más profundas, las cadenas de la mente que están siendo colocadas sobre la faz de cada niño y adulto. Una cadena que dice que tú no eres digno, que tu esfuerzo y tu trabajo no consiguen nada salvo la destrucción de la tierra. Y son esas cadenas las que tenemos que romper primero, para que todos nosotros podamos ser libres.
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nunca deja de asombrarme la paranoia de esta filosofía parece ser que todo aquel que no defienda la economía lessez faire es el mal mismo o un siervo del colectivismo me parece que poco a poco el objetivismo se está… Leer más »