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El 1 de mayo entre la vida y la muerte

Desde hace siglos, el 1 de mayo ha sido un día dedicado a festejar la vida. En el hemisferio norte la llegada del buen tiempo era recibida con alegría ya en tiempo de los romanos, que honraban a Flora, la diosa de las flores, con el festival de Floralia que duraba seis días.

Aunque otros grupos a lo largo de la historia han intentado apropiarse del mes de mayo para sus propios fines (como los católicos queriendo convertirlo en “el mes de María”), en esencia la festividad del 1 de mayo siempre ha estado asociada con la fertilidad de la primavera y del período estival, y en muchas culturas se sigue celebrando con bailes, flores, y festivales locales que proclaman la vida como un valor.

Pero luego llegaron los comunistas.

A finales del siglo XIX, el día 1 de mayo fue elegido por los socialistas y comunistas de la Segunda Internacional como el Día Internacional de los Trabajadores. A partir de entonces, ese día ha sido una fiesta nacional – tradicionalmente acompañada de sofisticados desfiles militares – en países como la República Popular China, Corea del Norte, Cuba, y la antigua Unión Soviética.

«No hay tal cosa como “el derecho a un trabajo” – sólo existe el derecho al libre comercio, es decir: el derecho de un hombre a aceptar un empleo si otro hombre decide contratarlo».

Si un 1 de mayo cualquiera estás en alguna ciudad de tamaño medio en un país occidental, tienes una alta probabilidad de ver y oír manifestaciones con tambores, gritos y pancartas. Son los miles de intelectuales de izquierdas y sus seguidores que, partiendo de una división marxista, artificial y arbitraria de “burgueses” y “proletarios”, proclaman los supuestos “derechos” de estos últimos.

Los manifestantes exigen su derecho a “cosas” concretas: a un trabajo, a un salario “digno”, a la educación, a la sanidad, a la vivienda, etc. Pero en realidad nadie tiene derecho a “cosas”, sólo tiene derecho a actuar para conseguir esas cosas.

«El concepto de “derecho” se refiere sólo a la acción, específicamente a la libertad de acción. Significa ser libre de compulsión física, coerción o interferencia por parte de otros hombres.»

¿Por qué no puede uno tener derecho a “cosas”, o sea, a bienes o servicios producidos por otros? Porque nadie tiene derecho a algo que no ha producido, o a algo que no ha conseguido a través de un intercambio libre y voluntario con otros. Porque exigir algo de otros por la fuerza – exigirlo como un derecho – es convertir a esos otros en esclavos.

«Si algunos hombres pueden exigir por derecho los productos de la labor de otros, esto significa que esos otros están siendo privados de sus derechos y condenados a trabajos forzados.

Cualquier supuesto “derecho” de un hombre que requiera la violación de los derechos de otro, no es y no puede ser un derecho.

Ningún hombre puede tener derecho a imponer sobre otro hombre una obligación que éste no escogió, un deber no recompensado o una servidumbre involuntaria. No puede existir tal cosa como “el derecho a esclavizar”

Entonces, ¿cómo consigue la gente esas cosas si no tiene “derecho” a ellas…? Tú mismo puedes responder si tienes claro el significado de lo que es un “derecho”:

«No hay tal cosa como “el derecho a un trabajo” – sólo existe el derecho al libre comercio, es decir: el derecho de un hombre a aceptar un empleo si otro hombre decide contratarlo. No hay “derecho a una vivienda,” sólo el derecho de libre comercio: el derecho a construir una casa o a comprarla. No hay “derechos a un salario ´justo´ o a un precio ´justo´” si nadie opta por pagarlo, por contratar a un hombre o comprar su producto. No hay “derechos de los consumidores” a leche, zapatos, películas o champán si no hay productores que deciden fabricar tales artículos (sólo existe el derecho a fabricar esos productos uno mismo). No hay “derechos” de grupos especiales, no hay derechos de los agricultores, de los trabajadores, de los empresarios, de los consumidores, de las mujeres, de los niños, de los viejos, de los jóvenes, de los no-nacidos. Sólo hay Derechos del Hombre – derechos que posee cada hombre individual y todos los hombres como individuos».

(Todas las citas anteriores son del ensayo Derechos del Hombre, de Ayn Rand.)

Los intelectuales y defensores de las manifestaciones del 1 de mayo pretenden esclavizar a los hombres productivos. Pretenden usar la fuerza – a través de los sindicatos y de su influencia en el gobierno de turno – para robar la riqueza que las personas productivas han creado. Su objetivo no es hacer el bien, su objetivo es destruir. Y los resultados están a la vista de todos – de todo aquel que quiera mirar – plasmados en la enorme miseria y desolación que causaron los sistemas socialistas y comunistas del siglo XX (y que en parte siguen causando hoy).

El trabajo humano debe ser ensalzado. La creación de riqueza y la virtud de la productividad deben ser celebradas como necesarias para la supervivencia del hombre, como elementos indispensables que contribuyen a la vida, la prosperidad y la felicidad del hombre. Pero eso no es lo que celebran los manifestantes.

Los manifestantes izquierdistas del 1 de mayo no celebran la vida, celebran la muerte.

Es así de básico. Y entre vida y muerte no hay término medio.

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Por Domingo García, presidente de Objetivismo Internacional

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