Snowden, Libertad y Anarquía

Es complicada la saga de Edward Snowden. Por un lado, es estupendo que alguien haya hecho sonar la alarma y denunciado la enorme escala y el alcance de cómo los ciudadanos estadounidenses están siendo vigilados por su gobierno federal. Por otro lado, el plan de viaje de Snowden, que le ha llevado a buscar refugio en las dictaduras del mundo – y puede acabar como invitado de reaccionarios chavistas en Venezuela – revela un motivo que es menos pro-libertad y más anti-USA.

Dos artículos en internet presentan el caso contra Snowden de una forma más nítida.

Jonathan Tobin responde a una nueva entrevista con Snowden argumentando que su objetivo no fue hacer sonar la alarma sobre abusos de inteligencia estatal, sino más bien  paralizar la recopilación de inteligencia estadounidense como tal.

«Su entrevista de esta semana en Der Spiegel es una prueba más de que lo que él y sus defensores en los medios (y en otros sitios) están tratando de hacer es algo mucho más ambicioso que simplemente frenar los excesos de un organismo gubernamental. Al hablar de cooperar con varias agencias de inteligencia extranjeras y, específicamente al hablar de los esfuerzos conjuntos de Estados Unidos e Israel para evitar que Irán consiga armas nucleares, ha cruzado una línea más que muestra sus verdaderas intenciones. Lo que está haciendo no es una guerra para proteger la privacidad; es una guerra contra los objetivos de inteligencia estadounidenses y de su política exterior.

«Las revelaciones  iniciales de Snowden eran sobre la NSA [National Security Agency] y su espionaje de llamadas telefónicas y correos electrónicos. Su decisión de extender esas revelaciones a Stuxnet – el virus informático que supuestamente se empleó para tratar de sabotear el programa nuclear iraní – es altamente instructiva. Si lo que Snowden reveló era sólo para pararle los pies a los espectros que espían a los americanos, él podría haberse negado a hablar sobre los esfuerzos de la NSA contra Irán. Al decidir meterse en temas de inteligencia concretos que no tienen nada que ver con cuestiones de privacidad individual, Snowden ha dejado claro que, a pesar de toda la habladuría sobre su heroísmo o su defensa de los derechos constitucionales, lo que realmente está interesado en hacer es que el mundo sea un poco más seguro para aquellos a quienes la inteligencia americana trata de detener».

Del mismo modo, Wayne Merry argumenta que las revelaciones de Snowden (como las de Bradley Manning y Wikileaks) no pueden justificarse sólo en base al liberalismo.

«Lo que Manning y Snowden supuestamente hicieron no es sonar la alarma; es anarquía. Exponer montones de información clasificada y programas enteros de seguridad nacional no es tratar de rectificar abusos, sino de destruir importantes instituciones creadas por ley para defender el país. Si el asunto es la sabiduría o la utilidad de las políticas públicas – como a menudo debería ser – entonces la respuesta apropiada es cuestionar esa ley o esa política. Las leyes ineptas hay que reformarlas, no olímpicamente y anárquicamente ignorarlas».

Merry está equivocado en una cosa: la anarquía ha sido un elemento del movimiento libertario desde el principio. Y al hablar de política exterior, muchos libertarios siempre han seguido la pauta de ese grupo de extrema izquierda que por principio «le echa la culpa a los Estados Unidos primero».

El plan de viaje de Snowden, que acaba con él luchando por la libertad al mismo tiempo que se convierte en una marioneta de regímenes autoritarios, es un cuento con moraleja sobre las contradicciones de ese anarquismo libertario.

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Por Robert Tracinski. Publicado el 10 de julio de 2013 en RealClearPolitics.  Traducido, editado y publicado por Objetivismo.org, con permiso del autor.

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