La libertad es un valor secular pero a la vez absoluto
¿Compartes la creencia generalizada de que la moralidad tiene que estar basada en la religión? Si es así, ¿estás dispuesto a revisar esa premisa?
Muchas personas – de izquierdas y de derechas, enemigos y amigos del capitalismo – han aceptado como un axioma que sólo una autoridad externa – Dios o «la sociedad» – puede ser la raíz de la moralidad.
Voy a demostrarte que están equivocados; te voy a mostrar la razón objetiva, absoluta y secular de por qué el capitalismo es el único sistema social moral. Y la evidencia de que estoy en lo cierto en esto, la evidencia de que la moralidad es absoluta y a la vez secular está bajo la superficie tanto en la posición derechista (incluso religiosa) como en la izquierdista (incluso multi-culturalistas y relativistas). En la práctica – por mucho que digan lo contrario – ambas partes apelan a la moral secular y la usan para justificar sus posiciones políticas.
La posición oficial de la izquierda secular es que la moralidad no es absoluta, que el bien y el mal son sólo un conjunto de convenciones sociales. La posición oficial de la derecha religiosa es que la moralidad sí es absoluta por ser religiosa, o sea, por ser un mandato de Dios.
Pero en la práctica ambos grupos apelan a absolutos seculares, que es como debe ser. Imagina lo que pasaría si no lo hicieran. Los izquierdistas seculares tendrían que decir que no hay ninguna razón para ayudar a los necesitados y a los «más vulnerables», que no hay razón para gravar más a los ricos que a los pobres, que no hay ninguna razón para que tengamos Obamacare [la medicina socializada impuesta por Obama], subsidios o regulaciones de ningún tipo. Todo eso es sólo cuestión de convención social, según su teoría, no de un bien y un mal objetivos.
«¡Bush mintió, gente murió!», gritan por las calles. Pero eso es una denuncia moral. A pesar de su multiculturalismo y de su relativismo, los izquierdistas de hecho no ven a la moralidad como un juego, como algo subjetivo, «en el ojo del espectador». Invocan absolutos morales al mismo tiempo que proclaman su doctrina oficial: «No hay absolutos».
Si los izquierdistas relativistas aceptasen y viviesen de acuerdo con su noción de que la moralidad es un mito, entonces no podrían defender ninguna posición política. Si la moralidad es un mito, entonces realmente no hay tal cosa como «justicia social», ni ningún otro tipo de justicia; no hay tal cosa como la obligación de ayudar a los necesitados, ni a nadie. Si la moralidad es meramente una «construcción social», entonces el concepto de «obligación» como tal es algo mítico, como lo es el concepto de «fantasma». ¿Cómo puede un relativista-izquierdista entonces mantener cualquier posición política? Sólo infiltrando el tipo de juicios morales absolutistas que sus teorías desprecian.
¿Pueden los izquierdistas abandonar la moralidad y basar sus demandas en consideraciones prácticas? No, porque «práctico» implica que hay en juego un valor real, y, según ellos, no hay valores reales. Y si el fin no tiene valor real, los medios prácticos para conseguirlo tampoco lo tienen. Cualquier argumento de ser «práctico» asume que el fin que se busca es un valor objetivo, no simplemente una convención social. Los activistas políticos de izquierdas de hecho creen en una moralidad absoluta (aunque sea en una moralidad errada).
Los derechistas religiosos, como sus contrapartidas de izquierdas, no ponen en práctica (ni pueden hacerlo) su teoría sobre qué es la moralidad y de dónde proviene; están de acuerdo con la izquierda en que no existe ningún fundamento racional y de este mundo de lo que es correcto o incorrecto, del bien y el mal. Afirman que sólo la religión puede proporcionar una base moral para el capitalismo. La libertad es un valor porque Dios lo quiere así; aparte de eso, afirman, no hay ninguna prueba que la justifique. Ni siquiera hay ninguna evidencia racional; tienes que aceptarlo por fe. Esa es la teoría.
Pero, ¿qué pasaría si adoptasen coherentemente esa posición en la práctica? Significaría admitir que, razonablemente, la libertad no tiene sentido. Significaría pregonar a los cuatro vientos que no hay ninguna razón terrenal por la que debamos tener un mercado libre, estar en contra de Obamacare, o votar republicano. Razonablemente, ellos tendrían que decir, una dictadura es el equivalente moral a la libertad. La Rusia soviética y los Estados Unidos, ellos tendrían que mantener, son idénticos, de acuerdo con los estándares de este mundo.
Al apelar a la fe, la derecha religiosa está concediendo que la razón está del lado de los estatistas. Está dando a entender que sólo negando la razón podemos defender la vida, la libertad, y la búsqueda de la felicidad. Como si la conclusión racional y lógica fuese que la vida no tiene valor, que la libertad no sirve para nada, y que la felicidad, objetivamente, no es ni mejor ni peor que el sufrimiento.
Basar el capitalismo en la religión significa tirar por la borda la mejor arma que uno tiene: la razón. Significa quedar indefenso frente a quienes usan la religión para atacar al capitalismo. ¿Debo mencionar otra política que también está basada en la fe: la teocracia islámica? ¿Cómo va uno a decidir, sin contar con la razón, los hechos y la lógica, cuál de esas «fes» es la correcta?
Para ser coherentes, los derechistas religiosos tendrían que decir: «Yo defiendo el capitalismo porque Dios así lo exige, y no hay más que hablar». Lo cual sería el equivalente cristiano a los islamistas que apoyan la ley Sharia porque Alá así lo exige.
Pero muy pocos en la derecha religiosa mantienen una visión tan primitiva. Lo que mantienen es que a) no hay ninguna base secular (de este mundo) para los valores morales, y b) cuanto menos libre es una sociedad, peor es la vida. Pero esas dos posiciones son contradictorias: no hay valores seculares, y la libertad es un valor secular.
Los dos campos no son iguales: los derechistas están mucho más cerca de la verdad que los izquierdistas, porque la libertad sí es un valor secular, un valor absoluto, independiente de costumbres o normas sociales, es un valor moral.
A fin de cuentas, ¿qué es la moralidad? Es un conjunto de principios sobre el bien y el mal para guiar las decisiones de los hombres. El bien y el mal, ¿según qué? ¿Cuál es la finalidad de actuar de una forma u otra? O ¿tiene alguna diferencia objetiva lo que hagamos?
Descendamos un nivel. ¿Cuál es el sentido de hacer cualquier cosa? ¿Para qué actuar?
Veamos: ¿qué pasa si no actúas? ¿Qué pasa si que quedas ahí sentado, sin hacer nada, para siempre? Espera, no te puedes quedar ahí sentado para siempre: si no actúas, te morirás. Tienes que actuar si has de seguir con vida, si has de sobrevivir, de seguir en la existencia. Tienes que respirar, comer, beber, lavarte, hacer un mínimo de ejercicio, y en general actuar para cuidarte a ti mismo. Más que eso, tienes que ganar o de alguna forma adquirir alimentos y bebidas, pagar el alquiler, renovar la ropa vieja, y hacer muchas otras cosas. Y más aún, tienes que actuar para aprender cosas, como por ejemplo la forma de conseguir todo lo anterior. Y para hacer eso, tienes que tener energía y motivación, lo cual significa encontrar fuentes de placer, incluso de inspiración.
Las exigencias de la supervivencia no dependen de cada cultura. No existe ni puede existir una sociedad en la que comer sea considerado algo malo. Puede haber un tabú en cuanto a comer ciertos alimentos, pero no en cuanto a comer como tal. Y si existiese una sociedad anti-comida, eso no alteraría el hecho de que dejar de comer llevaría a la muerte. Y tampoco necesitamos un mandamiento de otro mundo para buscar comida; el imperativo proviene de la naturaleza, no de Dios.
La necesidad de actuar para poder vivir es la raíz – la raíz objetiva y absoluta – de los valores.
Al igual que el hombre, los animales necesitan actuar para poder sobrevivir, pero un animal no tiene que averiguar cuáles son sus necesidades y cómo satisfacerlas. Un ser humano sí.
Un animal actúa de forma automática para sustentar su vida, guiado por su mecanismo de placer-dolor. Pero un ser humano no nace dotado de tal guía. Un ser humano tiene que decidir qué hacer, sopesando las consecuencias a largo plazo. Y para poder averiguar qué fines buscar, el individuo tiene que decidir hacerlo, es decir, tiene que decidir usar su mente, decidir pensar.
«El hombre no tiene un código de supervivencia automático. Su diferencia específica con todas las demás especies vivientes es la necesidad de actuar enfrentando alternativas por medio de una elección volitiva. No tiene un conocimiento automático de lo que es bueno o malo para él, de qué valores su vida depende, qué curso de acción su vida requiere. … El hombre ha de obtener su conocimiento y elegir sus acciones a través de un proceso de pensamiento, el cual la naturaleza no le obligará a realizar. …
«El hombre ha sido llamado un ser racional, pero la racionalidad es cuestión de elección – y la alternativa que su naturaleza le ofrece es: ser racional o animal suicida. El hombre tiene que ser hombre – por elección; tiene que mantener su vida como un valor – por elección; tiene que aprender a sustentarla – por elección; tiene que descubrir los valores que ella requiere y practicar sus virtudes – por elección».
«Un código de valores aceptado por elección es un código de moralidad».
Sí, esa es una cita del libro La Rebelión de Atlas, de Ayn Rand. Está hacia el final del libro, en un discurso transmitido al mundo por el héroe de la novela, John Galt. Está explicando por qué «la vida del hombre es el estándar de la moralidad»: por qué «todo lo que es apropiado para la vida de un ser racional es lo bueno; todo lo que la destruye es lo malo».
Está explicando la base objetiva de la necesidad de actuar, y de la necesidad de actuar correctamente. Una moralidad que está basada en el estándar de la vida del hombre no es ni religiosa ni subjetiva. Es secular y a la vez absoluta.
«La realidad es un absoluto, la existencia es un absoluto, una partícula de polvo es un absoluto y también lo es una vida humana. Si vives o mueres es un absoluto. Si tienes un pedazo de pan o no, es un absoluto. Si te comes el pan o lo ves esfumarse en el estómago de un ladrón, es un absoluto».
No es necesario apelar a lo sobrenatural para ver que la vida del hombre se destruye en regímenes estatistas como la Alemania nazi o la Rusia soviética. No se requiere ninguna fe para ver que la mente racional del hombre, su herramienta básica de supervivencia, es arrasada por esos regímenes. La razón, no la fe, revela los preciosos beneficios para la vida que se producen cuando la mente está liberada del reino de la fuerza.
Y esa es la justificación moral del capitalismo, una justificación moral totalmente secular, racional y absoluta. El valor moral que el capitalismo encarna ni es sobrenatural ni tiene que ver con convenciones sociales. El valor es la libertad, ser libre de coacción, de coerción, de fuerza física. Para vivir una existencia como ser humano uno debe ser libre de poder pensar y de actuar en consecuencia. Un esclavo, un siervo, o un empresario atado de pies y manos por controles gubernamentales no puede usar su mente al servicio de su vida.
La libertad es un imperativo moral, porque es lo que la vida del hombre en este mundo requiere.
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Por Harry Binswanger, publicado en la edición de la revista online de negocios Forbes. Traducido, editado y publicado por Objetivismo.org con permiso del autor.
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