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Una oportunidad para Venezuela

«Quien lucha por el futuro vive en él hoy» — Ayn Rand.

Si las ideas correctas son aceptadas y aplicadas, la revolución vencerá algún día, es la única solución para quitar de en medio a los dictadores actuales y permitir al pueblo venezolano volver a vivir y prosperar.

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Venezuela sigue siendo un tugurio infernal de criminalidad, cuyas enormes chabolas y millones de gente empobrecida no ofrecen ni un ápice de evidencia de que la prosperidad se esté propagando, lo único que les está ofreciendo a los ciudadanos es más pobreza; falta de comida básica,  falta de papel higiénico, escasez de agua y medicamentos, enormes filas en supermercados, vecindarios enteros sin luz, gente robando agua de piscinas, edificios públicos y camiones cisterna. Es sólo un esbozo de la miseria que asola al pueblo venezolano.

Crímenes cometidos en la oscuridad, grandes fuentes de corrupción, el soborno, la malversación, el clientelismo, el nepotismo, el conflicto de intereses y el aumento artificial del valor de las compras en contratos del sector público.

El presupuesto de Venezuela es secreto, sus ingresos petrolíferos son secretos, sus mecanismos electorales son secretos, y sus medios de comunicación están en su mayor parte bajo el control del gobierno. Los denunciantes son castigados con penas draconianas.

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«Hay cuatro características que indiscutiblemente marcan a un país como dictadura: un partido político único; ejecuciones (sin juicio, o con simulacros de juicio) por delitos políticos; la nacionalización o expropiación de la propiedad privada; y la censura. Un país culpable de estos atropellos pierde cualquier prerrogativa moral, cualquier reivindicación a derechos nacionales o a soberanía, y se convierte en un proscrito». — Ayn Rand.

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¿La causa? Los 17 años de socialismo populista iniciado por Hugo Chávez y continuado por Nicolás Maduro; la violación de los derechos individuales de sus ciudadanos que ha convertido a Venezuela en uno de los países más reprimidos del mundo, al nivel de Cuba y Corea del Norte.

La solución a los problemas de Venezuela – la única solución – es reducir la intervención del gobierno en las vidas de sus ciudadanos, liberar la actividad económica, y privatizar las industrias básicas. Salir de un agujero tan profundo llevará tiempo, pero ese es el camino.

Sin embargo hasta ahora, ese no es ni de lejos el camino que el gobierno ha optado por llevar, las medidas implementadas por el gobierno para combatir la crisis – como forzar a las empresas a producir su propia energía, ordenar cortes diarios de luz de 4 horas seguidas, y reducir la semana laboral de los funcionarios públicos a dos días – sólo empeoran la situación.

“Uno de los métodos usados por los colectivistas para destruir el capitalismo consiste en establecer controles que atan a una industria de pies y manos, haciéndola incapaz de resolver sus problemas, y luego declarar que la libertad ha fracasado y que mayores controles son necesarios” – Ayn Rand

En la lucha entre individualismo y colectivismo, el gobierno de Maduro sigue optando por las ideas que conducen a la destrucción. Sigue dándole al país más de la misma medicina que lo ha llevado a la desastrosa situación actual. Los dirigentes colectivistas pretenden resolver los problemas que el propio gobierno ha creado imponiendo más y mayores controles. Pretenden apagar el fuego echándole más gasolina.

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«Es un grave error asumir que una dictadura rige a un país por medio de leyes estrictas y rígidas que son obedecidas y ejecutadas con precisión rigurosa y militar. Tal norma sería malvada, pero casi soportable; los hombres podrían soportar las decretos más duros, siempre que estos decretos fueran conocidos, específicos y estables; no es lo conocido lo que quebranta los espíritus de los hombres, sino lo impredecible. Una dictadura tiene que ser caprichosa; tiene que gobernar por medio de lo inesperado, lo incomprensible, lo absurdamente irracional; tiene que tratar no con la muerte, sino con la muerte súbita; un estado de inseguridad crónica es lo que los hombres son psicológicamente incapaces de soportar». — Ayn Rand.

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Ayn Rand

Lo que ahora nos piden que adoremos, lo que antaño había sido disfrazado de Dios o de rey, es la figura desnuda, retorcida e insensanta del Incompetente humano. (La Rebelión de Atlas)

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