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Desobediencia civil

La desobediencia civil puede estar justificada, en ciertos casos, cuando un individuo desobedece una ley para llevar un problema a los tribunales, si lo hace, como un caso de prueba. Una acción como esa implica un respeto por la legalidad, y es una protesta que va dirigida sólo contra una ley concreta que el individuo busca la oportunidad de demostrar que es injusta. Lo mismo es cierto para un grupo de individuos, cuando y si los riesgos implicados son los suyos propios.

Pero no hay justificación, en una sociedad civilizada, para el tipo de desobediencia civil masiva que lleva a la violación de los derechos de otros, independientemente de si el objetivo de los manifestantes es bueno o malo. El fin no justifica los medios.

Los derechos de nadie pueden ser asegurados mediante la violación de los derechos de otros. La desobediencia masiva es un ataque al concepto de derechos: es el desafío de una mafia a la legalidad como tal.

No hay justificación, en una sociedad civilizada, para el tipo de desobediencia civil masiva que lleva a la violación de los derechos de otros, independientemente de si el objetivo de los manifestantes es bueno o malo.

La ocupación forzosa de la propiedad de otro hombre, o la obstrucción de una vía pública, esas son violaciones tan flagrantes de los derechos, que un intento de justificarlas se convierte en una abrogación de la moralidad. Un individuo no tiene derecho a hacer una “sentada” en la casa o en la oficina de una persona con la que no está de acuerdo, y no adquiere ese derecho al unirse a una pandilla. Los derechos no son cuestión de números, y no puede haber tal cosa, ni en la ley ni en la moralidad, como acciones que están prohibidas para un individuo, pero que les son permitidas a una muchedumbre.

El único poder de una muchedumbre, en contraste con el de un individuo, es una mayor fuerza de músculos, es decir, simplemente una mayor fuerza física bruta. El intento de resolver los problemas sociales por medio de la fuerza física es lo que una sociedad civilizada está establecida para prevenir. Los defensores de la desobediencia civil masiva admiten que su objetivo es la intimidación. Una sociedad que tolera la intimidación como un medio para resolver disputas —la intimidación física de algunos hombres o grupos por parte de otros— pierde su derecho moral a existir como un sistema social, y su colapso no tarda mucho en seguir.

Políticamente, la desobediencia civil masiva es apropiada sólo como un preludio a una guerra civil: como la declaración de una ruptura total con las instituciones políticas de un país.

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Fuentes:

“The cashing-in: The student ´rebellion´”, Capitalismo: el ideal desconocido, por Ayn Rand

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Ayn Rand

El conflicto entre Capitalismo y Comunismo es un conflicto filosófico y moral, que debe ser peleado y ganado en las mentes de los hombres, en el campo de las ideas; sin esa victoria, ninguna victoria en el campo político es possible. Pero uno no puede ganar las mentes de los hombres diciéndoles que no piensen; uno no puede ganar una batalla intelectual renunciando al intelecto; uno no puede convencer a nadie apelando a la fe.

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