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Feliz cumpleaños, Ayn Rand

En el verano de 1921, una joven Ayn Rand vio Moscú por primera vez. «Recuerdo estar en una plaza», más tarde evocaría, «y de pronto me llamó la atención. . . . ´lo enorme que es, y cuánta gente hay, y es sólo una ciudad´. . . . De repente tuve la sensación concreta de cuántas grandes ciudades hay en el mundo, y de cómo yo tenía que hablarles a todas ellas. Todas esas personas tendrían que saber de mí, y lo que yo iba a decir. Y la sensación fue maravillosamente solemne».

El dos de febrero, en el aniversario de su nacimiento, no hay ninguna duda que el mundo ha oído a Ayn Rand. Sus libros – incluyendo títulos como «El Manantial» y «La Virtud del Egoísmo» – han vendido más de 30 millones de copias, y las ventas de su obra maestra de 1.100 páginas, «La Rebelión de Atlas«, superan el millón de copias cada año.

Está claro que Rand ha inspirado a millones de personas. Pero hay un debate sobre hasta dónde llega la influencia política de Rand, con muchos comentaristas afirmando que sus ideas han tenido un papel clave en configurar el panorama político. Como dijo en 2011 el vicegobernador de Maryland, Kathleen Kennedy Townsend: «Ayn Rand tiene una gran y creciente influencia en la política americana».

Sin embargo, para medir la influencia de Rand, necesitamos entender más sobre sus puntos de vista que sobre las típicas frases hechas de los políticos.

A Rand se la suele considerar una filósofa política, pero no es así como ella se veía a sí misma. «Yo soy principalmente la creadora de un nuevo código de moralidad», dijo una vez. Mientras que los códigos morales anteriores hacían santos a quienes servían a otros y se sacrificaban por ellos, la moralidad de Rand ensalza «el concepto del hombre como un ser heroico, con su propia felicidad como el propósito moral de su vida, el logro productivo como su más noble actividad, y la razón como su único absoluto».

Esta es la filosofía encarnada en personajes de ficción como Hank Rearden, el industrial de «La Rebelión de Atlas», quien – en la tradición de Thomas Edison – crea un nuevo metal que es más fuerte y más barato que el acero, y quien – en la tradición de innumerables empresarios – lucha por producir su revolucionario producto a pesar de los obstáculos que le pone el gobierno. En un momento dado, Rearden es llevado a juicio por violar los decretos económicos del gobierno, y orgullosamente defiende su derecho a producir y a prosperar:

«Trabajo exclusivamente para mi propio beneficio, el cual consigo vendiéndoles un producto que necesitan a hombres que quieren y pueden comprarlo; no lo produzco para su beneficio a costa del mío, y ellos no lo compran para mi beneficio a costa del suyo. . . He ganado mi dinero con mi propio esfuerzo, en libre intercambio y a través del consentimiento voluntario de cada hombre con quien he tratado. . . Me niego a pedir perdón por mi capacidad; me niego a pedir perdón por mi éxito; me niego a pedir perdón por mi dinero».

Esta es la visión moral que subyace la defensa de Rand de los mercados libres, y quienes buscan la influencia de Rand en la política actual pueden verla.

Un movimiento político inspirado en Rand sería un movimiento basado en principios. Enarbolaría la bandera del capitalismo laissez-faire – la separación total de Estado y Economía – como el único sistema que protege al individuo productivo y racional, asegurando su derecho moral y político a perseguir su propia felicidad.

¿En qué medida ha modelado Ayn Rand nuestro paisaje político? Hasta ahora, no lo suficiente.

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El autor, Don Watkins, es un analista del Ayn Rand Institute

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Ayn Rand

Platón era más que un platonista; a pesar de su misticismo, era también un griego pagano. Como tal, exhibía un cierto respeto por la razón, un sincero respeto que estaba implícito en la filosofía griega, independientemente de lo explícitamente irracional que fuese. El misticismo kantiano, sin embargo, no sufre de tales restricciones paganas.

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