Acción orientada a un objetivo

Sólo una entidad viva puede tener objetivos o puede originarlos. Y sólo un organismo vivo puede ser capaz de actuar para regenerarse y alcanzar un objetivo. A nivel físico, las funciones de todos los organismos vivos, desde la más simple a la más compleja – desde la función nutritiva en una ameba unicelular hasta la circulación sanguínea en el cuerpo de un hombre – todas ellas son acciones generadas por el propio organismo y orientadas a un único objetivo: mantener la vida de ese organismo.

Al usarlo para referirnos a fenómenos físicos – como a las funciones automáticas de un organismo – el término «orientado a un objetivo» no debe entenderse en el sentido de «intencionado» (que es un concepto aplicable sólo a las acciones de una consciencia) ni tampoco debe implicar la existencia de algún principio teleológico que opera sobre la naturaleza inanimada. Uso el término «orientado a un objetivo», en este contexto, para indicar el hecho de que las funciones automáticas de los organismos vivos son acciones cuya naturaleza es tal que tienen como resultado la preservación de la vida del organismo.

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Fuente:

«La Ética Objetivista», La Virtud del Egoísmo

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