El anarquismo se desata en Córdoba, Argentina
En 2013 tuvieron lugar en Argentina una serie de huelgas policiales, en reclamo de mejoras de salarios y condiciones de trabajo. La primera de las protestas (y la peor de todas) fue en la provincia de Córdoba. La huelga comenzó el lunes 2 de diciembre con el asedio a la Guardia de Infantería; llegada la madrugada del 3 de diciembre, sin respuesta aún por parte del gobierno, un centenar de policías, junto a sus esposas, habían sitiado el comando CAP de Barrio Cerveceros. Los acuartelamientos se extendieron rápidamente a la capital y a las principales ciudades del interior de la provincia cordobesa, sumando más de dos mil efectivos.
La noticia se extendió rápidamente por las madrigueras de la escoria local. Aprovechando la ausencia de las fuerzas provinciales y nacionales, los saqueadores no tardaron en aparecer, y acabaron causando dos muertos, más de 200 heridos, y enormes pérdidas económicas. Las víctimas más afectadas fueron los dueños de supermercados, tiendas de electrodomésticos y casas de ropa.
Llegada la noche, los vecinos del barrio de Nueva Córdoba sucumbieron al pánico: para defenderse y controlar dentro de lo posible el tránsito en las calles, se reunieron en las esquinas con palos y otras armas de fabricación casera, y montaron barricadas con elementos urbanos.
Como muchos de los ladrones viajaban en moto, los vecinos detenían a cada moto que pasaba, fuese sospechosa o no. En el mejor de los casos, el conductor era autorizado a continuar sin problemas, esto es, si antes no lo habían batido a palos e incinerado su moto. Fue un caos total. Muchas hordas de motos, como manadas de victoriosos depredadores, conseguían esquivar las barreras de “control”, y en muchos puntos de la ciudad hubo violencia, palizas, gritos de “¡negros de mierda!”, y hasta tiroteos entre los saqueadores y gente en sus balcones.
Fueron 35 horas sin policía que transformaron la ciudad en una jungla. El resultado es que todo el mundo perdió, tanto los saqueadores inmorales que iniciaron la agresión como los imprácticos defensores que decidieron tomarse la justicia por su mano.
El uso irracional de la fuerza en aquella noche de anarquismo es una muestra concreta y dolorosa del principio que iniciar la fuerza es inmoral, y que el gobierno debidamente constituído es el único que debe responder a esa fuerza, sólo en represalia, y sólo contra quienes la inician. En el caso de Córdoba, la ausencia de la policía – de un gobierno regido por leyes objetivas – acabó en una batalla campal, con pandillas enzarzadas en peleas callejeras. No hubo diferencia moral entre ellos: ambos bandos violaron los derechos individuales de personas inocentes.
Fueron dos lecciones por el precio de una, dos caras de la misma moneda. Una: el anarquismo es inmoral e impráctico; dos: el gobierno es la única institución legítima necesaria en teoría – y la única en la práctica – capaz de proteger de hecho los derechos individuales de sus ciudadanos.
Esperemos que esa horrible noche de violencia no fuese en vano.
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Alfredo Nicolini sugirió y contribuyó a este artículo.
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