Notas de Ayn Rand a sí misma sobre el tema de la “producción material”, redactadas mientras escribía las partes iniciales de la novela La Rebelión de Atlas, y publicadas varias décadas después de su muerte en el libro titulado The Journals of Ayn Rand.
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Un punto importante que resaltar: Derriba la estúpida idea de que la producción material es algún tipo de actividad inferior, el resultado de un impulso de base “materialista”, en contraste al “reino espiritual” (sea lo que ellos crean que sea), que consiste en algún tipo de contemplación vaga y pasiva de algo. Muestra que la producción material es el resultado y procede del aspecto más noble y elevado del hombre, de su mente creativa, de su juicio racional independiente, el cual es su mayor atributo y la única base de su moralidad.
Ejercitar el propio juicio racional independiente de uno es la esencia de la moralidad del hombre, su acción más elevada, su único mandamiento moral que abarca todas sus virtudes. La producción material proviene de eso; requiere la acción moral más noble (el pensamiento independiente) como su fuente. Es el resultado de la moralidad más elevada, del coraje más noble, de lo mejor del hombre.
No importan los débiles hombrecitos de segunda mano, de todos los niveles y variedades, que se aprovechan del pensamiento de los pocos genios, que hacen un montón de ruido criticando la búsqueda “burdamente materialista” del dinero, que consiguen amasar fortunas a través del ángulo “humano” en vez de hacerlo a través del ángulo creativo; a través del método del político de segunda mano que consiste en explotar a los hombres como hace Peter Keating, no en originar ideas.
Ellos son sólo la escoria en la superficie, los oportunistas en el flujo de energía del genio. ¿Quién origina las ideas, los métodos, los descubrimientos que ellos explotan? Ellos no son los representantes de la esencia de la producción material. Ellos no son sus fuentes. El genio lo es.
La producción material es el resultado de la mayor calidad y actividad espiritual. Si los hombres de segunda mano pueden aprovecharse de ella, plantándose al frente y a menudo embolsándose todo el beneficio, es porque los genios lo permiten, lo cual a su vez se debe a la aceptación de la teoría moral del altruismo, a la ceguera de los genios sobre cuál es su propia naturaleza y función, y cuáles son los verdaderos principios de su propia existencia.
Y, de la misma forma, en cuanto a cada hombre concreto involucrado en la producción material: él tiene éxito sólo en la medida en la que él funciona en base a los principios de los creadores, a su juicio racional independiente; en la medida en la que usa el método “social” y funciona en base a los principios de un hombre de segunda mano, él fracasa. (En una sociedad libre, él fracasa personalmente. A medida que la sociedad comienza a ser colectivizada (controlada), él tiene una oportunidad de tener éxito en el estricto sentido de mantener su soborno, saqueo o beneficio, pero entonces, y en la medida de su éxito en ese punto, destruye la sociedad y toda la economía. La producción material no es el producto del hombre de segunda mano, y no puede ser mantenida en base a sus métodos y principios).
Muestra que las fuentes reales, las bujías de la producción material (los inventores y los empresarios), son creadores en el mismo sentido, con las mismas virtudes heroicas, del mismo elevado nivel espiritual, que los hombres normalmente considerados creadores: los artistas.
Muestra que cualquier idea racional original, en cualquier esfera de actividad humana, es un acto de creación. Reivindica al empresario, al autor de la producción material (John Galt, Hank Rearden, Dagny Taggart).
Por supuesto, ese esnobismo barato sobre la producción material está basado en un error filosófico más profundo: en la malvada idea de “la materia como pecado”, y del espíritu como su antagonista. Y es lógico que si uno acepta esa idea (que representa la degradación del hombre y de la Tierra), entonces uno considera la actividad de preservar la supervivencia humana (la producción material) como baja y malvada. Para ser elevado, uno debe por lo visto morirse de hambre; eso es “liberar el espíritu”.
Vincula esto a la exposición clara del hecho (tan clara como sea posible) que lo material es sólo la expresión de lo espiritual; que no puede ser ni creado ni usado sin lo espiritual (el pensamiento); que no tiene sentido sin lo espiritual, que es sólo el medio para un fin espiritual, y que, por lo tanto, cualquier nuevo logro en el reino de la producción material es un acto de elevada espiritualidad, un gran triunfo y una gran expresión del espíritu del hombre.
Y muestra que quienes desprecian lo material son quienes desprecian al hombre, y cuyas premisas básicas están dirigidas a la destrucción del hombre.
Para cualquiera que esté confuso con el espectáculo de los hombres de segunda mano “poniendo lo material primero”, muestra que esos hombres de segunda mano no son los que crean, sino los que destruyen la producción material. Muestra que conquistar, controlar y crear en el reino material requiere el tipo más alto de actividad espiritual, y el tipo más alto de hombre “espiritual”.
Y, para ir a las raíces de todo ese malvado error, destruye la separación del hombre en “cuerpo” y “alma”, la oposición de “materia” y “espíritu”. El hombre es una entidad indivisible que posee ambos elementos, y no debe ser escindido en ellos, ya que pueden ser considerados separadamente sólo a efectos de discusión, pero no como hecho real. El hecho real es que el hombre es una entidad indivisible e integrada, y su lugar está aquí, en la Tierra. Su “espíritu” es su mente, su control sobre la Tierra.
Por cierto, observar que los buenos empresarios, (como los que yo he conocido) son tipos elevados de hombres, mientras que los artistas (los supuestos hombres “espirituales”) son peleles neuróticos o depravados.
Los productores materiales tratan con la razón y a través de ella (como tienen que hacer), y ven los éxitos que han logrado. Los supuestos “hombres del espíritu” tratan con emocionalismo y misticismo, con lo irracional, (por haber aceptado la premisa irracional o “inspiradora”), y ven el estado nauseabundo y el estancamiento durante siglos de la vida espiritual de los hombres (sus filosofías, su moralidad, su nivel de miseria, inutilidad y confusión). Los empresarios son morales porque funcionan en base a la razón. Los artistas son tipos depravados. (Aquí está el vínculo de la razón y la moralidad).
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Fuente:
The Journals of Ayn Rand, 13 – Notes While Writing: 1947-1952
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