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Usar combustibles fósiles es bueno

Casi el 90% de la energía que usamos actualmente proviene del uso de combustibles fósiles: carbón, petróleo y gas natural.

Si eres un hombre medio, necesitas aproximadamente unas 2000 calorías diarias para sobrevivir, equivalentes a unos 2300 watios por hora, o sea, a lo que una lámpara de 100 watios usa en 24 horas; eso sólo para mantenerte con vida. Ahora mira las cosas que te rodean: las lámparas de tu casa, tus electrodomésticos, tu televisión, tu ordenador; tu coche y la cantidad de energía que usas para ir al trabajo, a la escuela, o a ver a tus seres queridos. Si te enfermas, mira la cantidad de máquinas necesarias para que funcione el hospital, la energía cada vez mayor que es necesaria para que puedas ser atendido y recuperes la salud. Ahora suma esos elementos y calcula cuántas calorías realmente necesitas para vivir y ser feliz. Probablemente entre 20 mil y 100 mil calorías.

Para el ser humano, energía es vida. Para sobrevivir en el universo necesitamos energía, energía barata, abundante y confiable. Y actualmente las únicas formas de energía capaces de darnos lo que nuestra vida humana necesita son los combustibles fósiles y la energía nuclear.

Miremos a la realidad. El clima es naturalmente peligroso; siempre ha estado cambiando, desde la formación de nuestro planeta. La pregunta es si nosotros los humanos somos capaces de influenciar, para bien o para mal, el clima en nuestro planeta (si lo somos, constituiríamos la causa “antropogénica”).

Usar combustibles fósiles es virtuoso. Es moral. Es bueno. Quien usa y aboga por el uso de combustibles fósiles está siendo virtuoso, porque la vida humana es el estándar de valor: los combustibles fósiles transforman nuestro entorno, haciendo posible la vida humana.

El “efecto invernadero” es el producido por un vidrio que deja pasar la luz pero no dejar escapar el calor en un espacio cerrado, haciendo aumentar la temperatura de ese espacio, y con ello la temperatura de la flora y la fauna en su interior. Las moléculas de gases, agua y dióxido de carbono que componen la atmósfera terrestre generan un efecto invernadero similar; la radiación solar caliente la superficie de la Tierra, y la energía emitida por ésta en frecuencias inferiores a la infrarroja es absorbida por las moléculas en la atmósfera, a su vez devolviendo esa energía a la superficie. Es un efecto necesario para la vida humana, pues si no existiera seguiríamos viviendo en la Edad de Hielo.

Los ambientalistas hablan de un efecto invernadero directamente proporcional entre la producción antropogénica de CO2 y la temperatura global de la atmósfera; afirman que un aumento dramático en la emisión de CO2 resultaría en un holocausto global.

Pero para demostrar esa teoría hay que demostrar tres pasos claramente definidos: 1) Que la producción de CO2 de hecho produce un dramático calentamiento global; 2) Que ese dramático calentamiento produce efectos dañinos globales; y 3) que esos cambios no pueden ser corregidos y superados por la ingenuidad humana. Si una de esas premisas resulta ser falsa, entonces podemos concluir con confianza que la emisión de CO2 no nos llevará a un cambio climático catastrófico.

Veamos el primer punto. La cantidad de CO2 en la atmósfera antes de la revolución industrial era de aproximadamente .03 % (ó 270 partes por millón, ppm), y parece haber aumentado a un nivel de .04 (400 ppm). Pero tengamos presente que tales cambios pueden producir efectos muy diferentes. Puede existir un relación lineal, donde cada molécula de CO2 aumenta una unidad de calor proporcional; o una relación de efecto multiplicador, donde cada molécula de CO2 aumenta mucho más la cantidad de calor; o una relación opuesta, donde al llegar a cierto punto cada molécula de CO2 produce un efecto que hace disminuir la temperatura global, o no afecta para nada esa temperatura.

Lo que ha sido demostrado en el laboratorio es que las primeras partes por millón de CO2 son las que producen el cambio en la atmósfera, mientras que subsecuentes moléculas producen un efecto cada vez menor; es decir, es un efecto que disminuye logarítmicamente

Lo que nos lleva al siguiente punto. ¿Podemos realmente predecir lo que va suceder con el clima? La única forma de hacerlo es a través de modelos climáticos, programas de ordenador que tratan de predecir – con certeza, o por lo menos con un alto nivel de probabilidad – cómo va a ser el clima dentro de 50, 100 años o más. Y aquí cabe recordar que ningún modelo es válido a menos que sea capaz de predecir algo en la realidad (no sólo en las mentes de ciertos fanáticos)

El estudio del clima es tan complejo como el de un sistema económico. La única forma de hacer una predicción cercana a la realidad es alterar un factor de esencial importancia y medir cómo el sistema total queda afectado. En el clima ese factor esencial sería el Sol, en la economía seria la intervención gubernamental en la vida de individuos productivos. Pero hacer predicciones basadas en cambios de factores no esenciales es extremadamente difícil. El principio a recordar: es probable predecir el comportamiento de sistemas cuando dos cuerpos independientes están interactuando; pero cuando muchos más factores entran en acción, la posibilidad de una predicción válida disminuye exponencialmente. El clima tiene un enorme número de factores que constituyen un sistema extremadamente complejo (piensa sólo en el efecto de los distintos tipos de corrientes oceánicas, en los cambios solares, la formación de las nubes, el crecimiento de las plantas, y una larga lista de etcéteras.

¿Has pensado alguna vez cuántos modelos climáticos existen? ¿Uno?, ¿dos?, ¿quizás 5? Muchos más; son más de 100 modelos procedentes de todos los lugares del mundo. Cuando se intentó correlacionar los resultados de todos esos modelos con los datos obtenidos por satélite, todos los modelos fallaron, sin excepción. Quien trata de igualar especulación con ciencia es un farsante

Creer que esos modelos climáticos son capaces de predecir el clima es como decir que un niño de 6 años es capaz de construir un Ferrari a partir de su dibujo con crayones. Ese es el patético estado actual de nuestros modelos climáticos, y eso es lo que la prensa nos quiere vender

La retórica de que el incremento del CO2 en nuestra atmósfera traerá un holocausto global no tiene absolutamente ningún peso. Pero si los de izquierdas tienen que escoger entre la vida de un pez que nadie ha visto nunca y la vida humana que requiere la creación de una represa, eligen la vida del pez. Sus argumentos están basados en negaciones: “no” a las represas, “no” al uso de combustibles fósiles, “no” a la energía nuclear, “no” a turbinas de viento (porque son capaces de matar a unos cuantos pájaros), “no” a la vida humana. Ellos consideran al hombre el cancer de este planeta. El movimiento ambientalista no es más que un movimiento politico liderado por un grupo de intelectuales filosóficamente nihilistas que buscan la destrucción de la vida humana

Usar combustibles fósiles es virtuoso. Es moral. Es bueno. Quien usa y aboga por el uso de combustibles fósiles está siendo virtuoso, porque la vida humana es el estándar de valor: los combustibles fósiles transforman nuestro entorno, haciendo posible la vida humana. La ciudad donde vivo es desértica por naturaleza; es gracias a la abundancia de energía y a la capacidad humana que el hombre ha sido capaz de cambiar su medio ambiente para hacer posible nuestra existencia. En unos minutos me iré a jugar con mi hijo en el jardín que tenemos gracias al sistema de irrigación que fue concebido por la mente de un individuo; voy a beber agua que ha sido purificada por sistemas concebidos por algún hombre, para eliminar los microorganismos dañinos que la naturaleza provee; voy a encender el aire acondicionado para que mi hijo no se deshidrate de los calores extremos en este desierto dado por la naturaleza.

La naturaleza es peligrosa por naturaleza, y sólo puede ser comandada usando tecnología concebida por héroes capaces de crear un ambiente seguro para la vida humana. Los Objetivistas tomamos la vida humana como estándar de valor, porque somos hombres que amamos nuestras vidas. Y el amor a la vida requiere que tomemos a la razón como un absoluto.

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Por Cristóbal Sánchez Metz, MD, colaborador de Objetivismo.org

Escrito editado y completado por Domingo García

Lectura recomendada – “The Moral Case for Fossil Fuels”, por Alex Epstein

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FSalmon
FSalmon

Excelente y claro análisis

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