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Música

La música emplea los sonidos producidos por las vibraciones periódicas de un cuerpo sonoro, y evoca las emociones del sentido de vida del hombre.

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La diferencia fundamental entre la música y las otras artes radica en el hecho de que la música se experimenta como si revirtiera el proceso psico-epistemológico normal del hombre.

Las otras artes crean un objeto físico (es decir, un objeto percibido por los sentidos del hombre, ya sea un libro o una pintura) y el proceso psico-epistemológico pasa de la percepción del objeto, a la comprensión conceptual de su significado, a una evaluación en términos de los valores básicos de uno, a la emoción que sigue. El modelo es: de percepción… a comprensión conceptual… a valoración… a emoción.

El patrón del proceso presente en la música es: de percepción… a emoción… a valoración… a comprensión conceptual.

La música se experimenta como si tuviera el poder de llegar directamente a las emociones del hombre.

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Psico-epistemológicamente, el patrón de la respuesta a la música parece ser el siguiente: uno percibe la música, capta la sugerencia de un cierto estado emocional y, usando como criterio el sentido de vida que uno tiene, uno valora ese estado como agradable o doloroso, deseable o indeseable, significativo o insignificante, dependiendo de si encaja con, o contradice, la sensación fundamental de uno sobre la vida.

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Es en términos de sus emociones fundamentales —es decir, de las emociones producidas por sus propios juicios de valor metafísicos— con lo que el hombre responde a la música.

La música no puede contar una historia, no puede lidiar con cosas concretas, no puede transmitir un fenómeno existencial específico, como un paisaje tranquilo o un mar tormentoso. El tema de una composición titulada «Canción de primavera» no es la primavera, sino las emociones que la primavera evoca en el compositor. Incluso los conceptos que intelectualmente pertenecen a un complejo nivel de abstracción, como «paz», «revolución», «religión», son demasiado específicos, demasiado concretos para ser expresados con la música. Lo único que la música puede hacer con temas así es transmitir las emociones de serenidad, de desafío o de exaltación. El tema de Liszt titulado: “San Francisco andando sobre el agua” fue inspirado por una leyenda específica, pero lo que transmite es una lucha y un triunfo apasionadamente dedicados; de quién es la lucha y en nombre de qué, esas cosas tiene que proporcionarlas cada oyente individual.

La música comunica emociones; son emociones que uno capta, pero que en realidad no siente; lo que uno siente es una sugerencia, una especie de emoción distante, desconectada y despersonalizada, hasta que (y a menos que) esa emoción quede unida con el propio sentido de vida de uno. Pero como el contenido emocional de la música no es comunicado conceptualmente ni evocado existencialmente, uno lo siente de una forma más bien peculiar y subterránea.

La música les transmite las mismas categorías de emociones a oyentes que tienen puntos de vista muy diferentes sobre la vida. Por regla general, los hombres están de acuerdo en si una determinada pieza de música es alegre o triste o violenta o solemne. Pero aunque, de forma generalizada, experimenten las mismas emociones en respuesta a la misma música, hay diferencias radicales en sus formas de valorar esas experiencias, o sea, en cómo se sienten con relación a esas sensaciones.

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La formulación de un vocabulario común en música. . . requeriría: traducir la experiencia musical (la experiencia interna) a términos conceptuales; explicar por qué ciertos sonidos nos impactan de una cierta manera; definir los axiomas de la percepción musical, a partir de los cuales podrían ser deducidos los principios estéticos apropiados, que servirían de base para la validación objetiva de los juicios estéticos. . . .

Hasta que un vocabulario conceptual sea descubierto y definido, ningún criterio de juicio estético objetivamente válido de es posible en el campo de la música. . .

Nadie puede, por lo tanto, alegar que sus elecciones tienen una superioridad objetiva sobre las elecciones de otros. Donde no hay ninguna prueba objetiva disponible, es cada hombre por su cuenta, y sólo por su cuenta.

La naturaleza de la percepción musical no ha sido descubierta porque la clave del secreto de la música es fisiológica –está en la naturaleza del proceso mediante el cual el hombre percibe los sonidos–, y la respuesta requeriría los esfuerzos conjuntos de un fisiólogo, un psicólogo y un filósofo (especializado en estética).

Los primeros pasos hacia un abordaje científico a este problema, y las primeras pistas para una posible respuesta fueron proporcionados por Helmholtz, el gran fisiólogo del siglo XIX.

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Desde el punto de vista de la psico-epistemología, yo puedo ofrecer una hipótesis sobre la naturaleza de la respuesta del hombre a la música, pero le pido al lector que recuerde que eso no es más que una hipótesis. . .

Uno puede escuchar un ruido durante una hora, un día, o un año, y seguirá siendo sólo un ruido. Pero los tonos musicales oídos en un cierto tipo de secuencia producen un resultado diferente: el oído humano y el cerebro los integran en una nueva experiencia cognitiva, en lo que podría llamarse una entidad auditiva: una melodía. La integración es un proceso fisiológico; se realiza de forma inconsciente y automática. El hombre es consciente del proceso sólo a través de los resultados de ese proceso.

Helmholtz ha demostrado que la esencia de la percepción musical es matemática: la consonancia o disonancia de las armonías depende de las relaciones entre las frecuencias y sus tonos. El cerebro puede integrar una relación de uno a dos, por ejemplo, pero no de ocho a nueve. . . .

El significado psico-epistemológico de una composición concreta reside en el tipo de trabajo que le exige al oído y al cerebro de un oyente.

Una composición musical puede exigir la atención activa que es necesaria para resolver relaciones matemáticas complejas…, o puede entumecer el cerebro por su monótona simplicidad. Puede exigir un proceso de crear una suma integrada…, o puede desmenuzar el proceso de integración y convertirlo en una serie arbitraria de partes aleatorias…, o puede aniquilar el proceso con una mezcla de sonidos matemáticamente y fisiológicamente imposibles de integrar, de esa forma convirtiéndose en ruido.

El oyente se vuelve consciente de este proceso al darle forma con un sentido de eficacia, o de tensión, o de aburrimiento, o de frustración. Su reacción queda determinada por su sentido psico-epistemológico de vida, o sea, por el nivel de funcionamiento cognitivo con el que se sienta cómodo.

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La música le da a la consciencia del hombre la misma experiencia que le dan las otras artes: una concretización de su sentido de vida. Pero la abstracción que está siendo concretada es principalmente epistemológica, más que metafísica; la abstracción es la consciencia del hombre, o sea, su método de funcionamiento cognitivo, el cual él experimenta en la forma concreta de escuchar una pieza musical dada. La aceptación o el rechazo de esa música por parte de un hombre depende de si la música encaja o choca con la forma de trabajar de su mente, si la confirma o la contradice. El aspecto metafísico de la experiencia es el sentido de un mundo que él es capaz de comprender, en el cual el trabajo de su mente es apropiado.

La música es el único fenómeno que le permite a un adulto experimentar el proceso de lidiar con datos puramente sensoriales. Los tonos musicales individuales no son percepciones concretas, sino puras sensaciones; esos tonos se convierten en percepciones sólo cuando son integrados. Las sensaciones son el primer contacto del hombre con la realidad; cuando se integran en percepciones, entonces son lo dado, lo evidente, lo que no se puede dudar. La música le ofrece al hombre la oportunidad singular de recrear, al nivel de un adulto, el proceso primario de su método cognitivo: la integración automática de datos sensoriales en una entidad inteligible y significativa. Para una consciencia conceptual, eso es una forma única de descanso y de recompensa.

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Fuente:

“Arte y cognición”, El Manifiesto Romántico

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Como ciencia, la Psicología está apenas dando sus primeros pasos. Todavía está en la antesala de la ciencia, en la etapa de observación y recopilación de material a partir del cual una futura ciencia surgirá.

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