Un «sentido de vida» es el equivalente pre-conceptual de una metafísica, es una evaluación emocional — e integrada subconscientemente — sobre el hombre y la existencia. Es lo que determina la naturaleza de las respuestas emocionales que tiene un hombre, y la esencia de su carácter.
Mucho antes de tener edad suficiente para comprender un concepto como «metafísica», el hombre toma decisiones, forma juicios de valor, experimenta emociones, y adquiere una cierta visión implícita de la vida. Cada una de sus decisiones y cada uno de sus juicios de valor implica una evaluación de sí mismo y del mundo que le rodea: más específicamente, de su capacidad de lidiar con el mundo. Ese hombre puede llegar a conclusiones conscientes, que pueden ser verdaderas o falsas; o puede permanecer mentalmente pasivo y simplemente reaccionar a los acontecimientos (o sea, simplemente sentir). En cualquiera de los casos, su mecanismo subconsciente sintetiza sus actividades psicológicas, integrando sus conclusiones, reacciones o evasiones en un todo emocional que establece un patrón habitual y se convierte en su respuesta automática al mundo que le rodea. Lo que comenzó como una serie de conclusiones (o de evasiones) individuales y puntuales sobre problemas concretos, se convierte en un sentimiento generalizado sobre la existencia, una metafísica implícita que tiene el poder motivacional persuasivo de una emoción básica y constante: una emoción que forma parte de todas sus otras emociones y colorea todas sus experiencias. Eso es un sentido de vida.
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Si uno viera, en la vida real, una bella mujer vestida con un maravilloso traje de noche, con una herpes en los labios, ese detalle sólo supondría una pequeña molestia temporal, y uno lo ignoraría.
Pero una pintura representando a una mujer así sería un ataque corrupto y obscenamente malvado al hombre, a la belleza, a todos los valores . . . y uno sentiría una enorme sensación de asco y de indignación hacia el artista. (También hay quienes sentirían algo parecido a aprobación, y que pertenecerían a la misma categoría moral que el artista.)
La respuesta emocional a ese cuadro sería instantánea, mucho más rápida que sería la mente del espectador para identificar todas las razones implicadas. El mecanismo psicológico que produce esa respuesta (y que produjo el cuadro) es el sentido de vida de un hombre.
(Un sentido de vida es el equivalente pre-conceptual de una metafísica, es una evaluación emocional — e integrada subconscientemente — sobre el hombre y la existencia.)
Es el sentido de vida del artista lo que controla e integra su obra, dirigiendo las innumerables decisiones que tiene que tomar, desde la elección del tema hasta los detalles de estilo más sutiles. Es el sentido de vida del espectador o del lector lo que responde a una obra de arte, a través de una reacción compleja (aunque automática) de aceptación y aprobación, o de rechazo y condena.
Esto no quiere decir que un sentido de vida sea un criterio válido de mérito estético, ni para el artista ni para el espectador. Un sentido de vida no es infalible. Pero un sentido de vida es la fuente del arte, el mecanismo psicológico que le permite al hombre crear un reino tal como el arte.
La emoción involucrada en el arte no es una emoción en el sentido corriente del término. Se experimenta más como un «sentimiento» o una «sensación», pero tiene dos características propias de las emociones: es automáticamente inmediato y tiene un intenso y profundamente personal (aún indefinido) significado de valor para el individuo que lo experimenta. El valor en cuestión es la vida, y las palabras que nombran la emoción son: «Eso es lo que la vida significa para mí.»
Independientemente de la naturaleza o del contenido de los puntos de vista metafísicos de un artista, lo que una obra de arte expresa, fundamentalmente, en todos sus aspectos menores, es: «Eso es la vida como yo la veo.» El significado esencial de la respuesta de un espectador o un lector, bajo todos sus elementos secundarios, es: «Eso es (o no es) la vida como yo la veo.»
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Un sentido de vida se forma a través de un proceso de generalización emocional que podemos describir como la contrapartida subconsciente a un proceso de abstracción, puesto que es un método de clasificar e integrar. Pero es un proceso de abstracción emocional: consiste en clasificar las cosas de acuerdo a las emociones que ellas suscitan, es decir, es el proceso de agrupar, por asociación o connotación, todas las cosas que tienen el poder de hacer que un individuo sienta una emoción idéntica (o parecida). Por ejemplo: un barrio nuevo, un descubrimiento, una aventura, un esfuerzo, un triunfo; o: los vecinos de enfrente, un cuento memorizado, una excursión en familia, una rutina conocida, la comodidad. A un nivel más adulto: un héroe, la silueta de la ciudad de Nueva York, un paisaje soleado, colores puros, música sublime; o: un hombre humilde, un pueblo viejo, un paisaje nublado, colores turbios, música popular. . . . El criterio de selección tácito y subconsciente que forma sus abstracciones emocionales es: “Lo que es importante para mí”, o: “El tipo de universo que es bueno para mí, en el cual yo me sentiría cómodo”. . . .
Sólo aquellos valores que un hombre considera o llega a considerar “importantes”, los valores que representan su visión implícita de la realidad, permanecen en su subconsciente y forman su sentido de vida.
“Es importante entender las cosas” – “Es importante obedecer a mis padres” – “Es importante actuar por mí mismo” – “Es importante agradar a otros” – “Es importante luchar por lo que yo quiero” – “Es importante no hacer enemigos” – “Mi vida es importante” – “¿Quién soy yo para meterme donde no me llaman?” El hombre es un ser que hace su propia alma, y es de tales conclusiones de lo que el contenido de su alma está hecho. (Por “alma” quiero decir “consciencia”).
La suma integrada de los valores básicos de un hombre es su sentido de vida.
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El sentido de vida de una persona concreta es difícil de identificar conceptualmente, porque es difícil de aislar: forma parte de todo en esa persona, de cada pensamiento, emoción y acción, de cada respuesta, cada elección y valor, cada gesto espontáneo, de su manera de moverse, de hablar, de sonreír, del total de su personalidad. Es lo que hace que sea una “personalidad”.
Introspectivamente, el sentido de vida de uno mismo es experimentado como algo primario, absoluto e irreducible, como lo que uno nunca cuestiona, porque la idea de cuestionarlo nunca le pasa a uno por la cabeza. Extrospectivamente, el sentido de vida de otra persona le aparece a uno como una impresión inmediata y a la vez indefinible – cuando se conoce poco a la otra persona – una impresión que a menudo se intuye como cierta pero que es a la vez exasperadamente escurridiza cuando se intenta verificar.
Esto lleva a mucha gente a pensar que el sentido de vida es el dominio de algún tipo de intuición especial, como algo percibible sólo a través de algún tipo de visión especial, no racional. Pero exactamente lo contrario es verdad: un sentido de vida no es algo primario e irreducible, sino una suma muy compleja; puede ser experimentado a través de una reacción automática, pero no puede ser entendido a través de ella. Para ser entendido, un sentido de vida tiene que ser analizado, identificado y verificado conceptualmente. Esa impresión automática – de uno mismo y de otros – es sólo una pista; si se deja sin traducir, puede ser una pista muy engañosa. Pero cuando esa impresión intangible se integra con un juicio consciente, si se basa en el juicio consciente de la mente de uno, entonces el resultado es la forma más exultante de certeza que uno puede experimentar jamás: la integración de mente y valores.
Hay dos aspectos de la existencia del hombre que son el ámbito especial, y la expresión, de su sentido de vida: el amor y el arte.
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Una cultura, igual que un individuo, tiene un sentido de vida; o, más bien, lo equivalente a un sentido de vida: una atmósfera emocional creada por su filosofía dominante, por su visión del hombre y de la existencia. Esta atmósfera emocional representa los valores dominantes de una cultura y funciona como el «tema» de una época determinada, estableciendo sus tendencias y su estilo.
Así, la civilización occidental tuvo una Edad de la Razón y una Edad de la Ilustración. En esos períodos, buscar la razón y la iluminación fue la motivación intelectual dominante que creó la correspondiente atmósfera emocional que fomentó esos valores.
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El sentido de vida de una nación está formado por las primeras impresiones de cada niño individual forma sobre el mundo a su alrededor: de las ideas que le enseñan (las cuales él puede aceptar o no aceptar) y de la forma de actuar que él observa y evalúa (que puede evaluar correctamente o no). Y aunque hay excepciones en ambos extremos del espectro psicológico — hombres cuyo sentido de vida es mejor (filosóficamente más verdadero) o peor que la de sus conciudadanos — la mayoría desarrolla los fundamentos de la misma filosofía subconsciente. Esta es la fuente de lo que observamos como siendo las «características nacionales.» . . .
Así como el sentido de vida de una persona puede ser mejor o peor que sus convicciones conscientes, también pueden serlo los de una nación. Y así como un individuo que nunca ha traducido su sentido de vida a convicciones conscientes está en un peligro horrible — no importa lo buenos que sean sus valores subconscientes — también lo está una nación.
Esa es la situación de los Estados Unidos hoy.
Si Estados Unidos ha de ser salvado de la destrucción — concretamente, de una dictadura — será salvado por su sentido de vida.
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Un sentido de vida no es un sustituto para el conocimiento explícito. Los valores que uno no puede identificar, que solamente siente implícitamente, esos valores no están bajo en control de uno. Uno no puede decir de qué dependen o qué requieren, ni qué curso de acción es necesario para conseguirlos y / o mantenerlos. Uno puede perderlos o traicionarlos sin siquiera darse cuenta.
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Fuentes:
“Art and Sense of Life,” The Romantic Manifesto
“Philosophy and Sense of Life,” The Romantic Manifesto
“The Age of Envy,” Return of the Primitive: The Anti-Industrial Revolution
“Don’t Let It Go,” Philosophy: Who Needs It
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El sentido de la vida es una visión global de la existencia, profundamente emocional, que refleja los principios y valores en los que uno puede creer, tanto si se tienen, como si no se tienen.
¿Entonces una manera para identificar mi sentido de vida es según las obras artísticas que me atraen y lo que considero sexualmente atractivo?
desde es el punto de vista objetivista, ¿cual es el objetivo de la vida?