Los hippies no fueron suficiente. Ellos fueron sobrepasados por una caricatura que resultó ser el colmo de las caricaturas: La liberación de la mujer (Women’s Lib).
Así como los igualitaristas se aprovechan del prestigio histórico de quienes lucharon por la igualdad política, y ahora luchan por lograr lo contrario, así también su hermandad especial —la Liberación de la mujer— se aprovecha del prestigio histórico de mujeres que lucharon por los derechos individuales contra el poder del gobierno, y ahora lucha por obtener privilegios especiales a través del poder gubernamental.
Gritando que su objetivo es luchar contra prejuicios hacia las mujeres, ese movimiento nos da una evidencia pública y a gran escala —en cualquier esquina de la calle y en cualquier televisor— de los peores prejuicios del misógino más acérrimo…
La idea de que el lugar de una mujer está en el hogar —el eje Kinder-Küche-Kirche (Niños-Cocina-Iglesia)— es una maldad antigua y primitiva, apoyada y perpetuada tanto por mujeres como (a veces aún más) por hombres. El ama de casa agresiva, amargada, egotista y envidiosa es el mayor enemigo de la mujer profesional. La Liberación de la mujer se lanza sobre esa agresividad, esa amargura, ese egotismo y esa envidia, y la redirecciona hacia los hombres. (Desenmascara la mentira, sin embargo, de un prejuicio masculino: supuestamente las mujeres son felinos maliciosos, pero ningún felino y muy pocos hombres podrían sentir el grado de hostilidad maliciosa que esas mujeres están exhibiendo ahora).
Hay hombres que temen y resienten a mujeres inteligentes y ambiciosas. La Liberación de la mujer propone eliminar tales sentimientos afirmando que la inteligencia y la habilidad no importan, sólo el género…
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Fuente:
The Age of Envy, por Ayn Rand — (1971)
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