Es trágico que las personas mueran prematuramente por cualquier causa, sea por ataques al corazón, derrames cerebrales, Alzheimer, asma, neumonía, gripe, o COVID-19. En este momento, las enfermedades y las muertes por el COVID-19 están teniendo una preponderancia especial (con alguna justificación, pero no mucha; la gripe es igual de mortal, y a veces incluso más).
El número de muertes atribuídas al COVID-19 indudablemente está siendo exagerado por el hecho de que los hospitales reciben $13.000 del gobierno por cada paciente ingresado con el COVID-19, y $39.000 si son colocados en un respirador. Esa es una motivación muy fuerte (y muy perversa), y algunos médicos en California han declarado haber sido presionados para escribir COVID-19 en los certificados de defunción, aunque la causa real de la muerte fuese incierta.
Como escribí recientemente en un blog, Lord Sumption, un ex-juez de la Corte Suprema inglesa, afirmó que hasta 9 de cada 10 muertes atribuídas al COVID-19 tienen en realidad otras causas, como ataque cardíaco, accidente cerebrovascular, y cáncer.
Esa inflación de los datos sólo ahora está empezando a ser discutida por la loca mafia periodística. Y en las próximas semanas empezarás a ver a esa misma mafia lamentando el horrible estado de la economía.
Las leyes, regulaciones e intervenciones destructivas y violadoras de derechos ya están teniendo consecuencias devastadoras. Una estadística impactante muestra que alrededor del 40% de los estadounidenses que ganan menos de $40.000 al año han perdido sus empleos. Eso es peor que el nivel de desempleo de la Gran Depresión.
Me alegra ver que The Objective Standard está haciendo declaraciones enérgicas para apoyar los derechos individuales y la libertad. Por favor únete a ellos, a mí, y a otros defensores de la libertad, delatando ese abuso injustificado de poder por parte del gobierno.
Hay muchísimas víctimas de esa coerción gubernamental: 36 millones de personas han perdido sus empleos en Estados Unidos hasta ahora, y lo que te rondaré morena. Los gobiernos estatales y locales despedirán a miles de personas cuando vean sus ingresos fiscales agotarse. Muchos más sufrirán y morirán porque el gobierno les prohibió recibir atención médica “no esencial” (por ejemplo: exámenes de detección de cáncer, y trasplantes de órganos); están los que sufrirán o incluso morirán de desesperación (por ejemplo: suicidios, sobredosis, gente sin techo) porque el gobierno les prohibió abandonar sus hogares y relacionarse con personas que podrían haberles ayudado; luego están los que han sido y serán física o sexualmente abusados por sus padres o cónyuges, por haberse visto obligados a quedarse en casa con sus abusadores; y luego están todas las innumerables víctimas que han sufrido o sufrirán las consecuencias de las insensatas acciones del gobierno. Los científicos, los médicos y los empresarios no han podido producir ni distribuir tests, ni tratamientos, ni dispositivos médicos, ni otras posibles soluciones al problema, porque el gobierno les ha prohibido pensar y actuar de acuerdo con su propio (su mejor) juicio.
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Publicado el 23 de mayo de 2020 por Carl Barney en su blog.
Carl Barney es Objetivista, y es fundador y presidente de la Prometheus Foundation.
Traducido y publicado por Objetivismo.org con permiso expreso del autor.
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