Es increíble lo poco que significan los principios para la gente. Ahora ves que incluso personas que parecen conocer algunos principios de economía (como las que escriben editoriales en The Wall Street Journal y algunos asesores de Trump) no muestran ninguna evidencia de entender lo que es fundamental en economía: la producción. “Producción” es un concepto axiomático en economía.
Aunque algunos comentaristas y líderes están diciendo que no debemos ignorar los efectos destructivos del cierre en la economía, lo que ellos entienden por “efectos destructivos” no incluye: los efectos en la producción. Es como si no fueran conscientes de que la riqueza hay que producirla.
Sólo dos efectos destructivos del cierre son normalmente mencionados: la pérdida de empleo y la desesperación personal (que incluye un aumento de suicidios).
Si sólo consideras esos dos efectos, la solución parece ser: rescates gubernamentales, como los billones de dólares que acaban de legislar. Envíales dinero a los patrones para que puedan seguir pagando a sus empleados, y envíales dinero a todos los que están desesperándose. No entienden el hecho de que cuando las personas no están trabajando, no están produciendo cosas.
Para ver cómo fijarnos en la producción lo cambia todo, bajemos la economía de lo abstracto al nivel perceptual. Pensemos en una “economía” que consiste solamente en Robinson Crusoe.
Suponte que Crusoe se enferma y no puede salir de su choza durante un largo período de tiempo. Pero claro, durante ese tiempo tiene que comer. ¿De dónde saca su comida? Si no va a cazar, a pescar o a labrar la tierra, sólo hay una fuente posible de alimento: sus ahorros. No sólo la comida en su despensa, sino también sus semillas y su cebo.
El principio es: consumir más de lo que se produce = consumo de capital.
Si grandes sectores de la economía están simplemente bloqueados, la única forma de que el consumo pueda continuar es sobreviviendo del capital.
Recuerda, lo que la gente necesita no es “dinero”, sino la verdadera riqueza que ese dinero representa. Cuando el gobierno le da a la gente “dinero”, no les está enviando alimentos, ropas, ordenadores, y las demás cosas que la gente necesita. No, les está enviando papeles para intercambiarlos por esos bienes reales.
Las entradas contables creadas por los saldos bancarios, los cheques emitidos para ser enviados por correo, los cupones de alimentos y los billetes impresos y distribuidos…, todas esas cosas no son más que los medios para comprar lo que ha sido producido.
Nuestros líderes han decidido que no necesitamos ir a bares y restaurantes. Nosotros no somos tan listos como ellos. Nosotros pensábamos que muchas cosas eran esenciales, pero ¡nuestros líderes nos han educado! ¿Quiénes somos nosotros para cuestionarlos?
Lo que hace que las personas se sientan desesperadas no es que ellas no puedan conseguir billetes de papel moneda, sino que no puedan conseguir papel higiénico… y todos los demás productos que las empresas fabrican. Pero el gobierno no tiene productos para darnos. El gobierno no tiene miles de almacenes llenos de carne, cerveza, películas de Netflix, ordenadores portátiles, mantequilla, coches, ventiladores… y papel higiénico.
Tener productos sin producirlos es una contradicción. Y el gobierno no produce nada (y cuando lo intenta, bajo el socialismo, acaba destruyendo más riqueza de la que crea). Todo lo cual significa que enviar dinero falso mientras se detiene la mitad de la producción del país es un ejercicio de imaginación, o peor. Esa ley de $2 billones no es un “estímulo”, es un opioide.
Eso lo sabe todo el mundo a algún nivel, incluso los economistas. Pero ese conocimiento desaparece en medio del pánico.
Ahora profundicemos un poco más, mirando en detalle los ahorros y los gastos productivos. El almacén de frutas y de carne seca de Crusoe está ahí, a su alcance; pero los ahorros de una economía avanzada no están simplemente ahí, disponibles: esos ahorros son siempre consumidos, pero son consumidos por personas que producen productos que sustituyen a los productos que consumen.
Pongamos el pan como símbolo. Del pan que hace el panadero, parte es consumido y parte sirve como capital, es decir, es invertido. Pero, ¿en qué consiste esa inversión? Esa inversión es el pan (y otros bienes) que se les paga a los trabajadores y que ellos se comen a cambio de producir más pan (o sea, más riqueza material).
La riqueza que ya ha sido producida va a ser consumida, pero va a ser consumida, o bien por alguien que produce, o bien por alguien que no produce. Los resultados son diferentes en cada caso.
pueda continuar es sobreviviendo del capital
Piensa en esto: cualquier barra de pan que salga del horno del panadero va a ser consumida en unos pocos días. Pero puede ser consumida a cambio de producción, o simplemente como un pozo sin fondo. Por ejemplo, ese pan puede comérselo el ayudante del panadero como pago para que ese ayudante haga más pan, o pueden comérselo los hijos del panadero, que no producirán nada.
El pan aquí representa a todos los productos producidos.
En la emergencia por la que estamos pasando, los empleados están siendo enviados a casa; las empresas están cerradas; ni la mano de obra ni la gerencia pueden participar en actividades productivas. Así que cuando esas personas se comen el pan, eso es consumo puro, exactamente igual que cuando los hijos del panadero se comen su pan. No hay nuevo pan que esté siendo producido.
Consumir sin producir ahora lo llaman “estímulo” (!). Estímulo significa en realidad destrucción de capital. La barra de pan ha desaparecido, y ningún pan nuevo ha sido horneado para sustituirla, porque la panadería ha sido cerrada para evitar la propagación del virus.
Cuando el pan es un pago por la producción, aunque sea consumido, ese pan es reemplazado por la producción del trabajo por el cual paga. En tiempos normales, el pan del trabajador (o sea, el dinero que recibe como sueldo) es sustituído por más pan de lo que le cuesta (en pan) a sus empleadores. Eso es el beneficio.
En esta pandemia, gran parte del pan consumido no va a ser reemplazado: es una pérdida neta para toda la economía. Diciéndolo de forma aún más sencilla:
Lo bueno: los productos son usados por gente que trabaja para producir aún más productos.
Lo malo: los productos son usados por gente que está inactiva.
El Senado de Estados Unidos votó recientemente (¡98 votos a favor, ninguno en contra!) implementar lo malo. Poco después, la Cámara de Representantes también votó por lo malo, aclamándolo a voces. Y luego Trump aprobó esa ley, que ya es un hecho. Se han destruido billones de dólares (lo que en EE.UU. llaman “trillions”), haciendo que el sistema de precios quede cada vez más alejado de la realidad, debido a la inflación.
Hoy la inflación se logra por medios más sofisticados y menos visibles que haciendo rodar las imprentas que fabrican billetes de papel. Pero la devaluación del dólar es ineludible, pues el dinero y el crédito aumentan a la vez que la cantidad de cosas que ellos han de comprar cae en picado.
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Por Harry Binswanger, publicado en marzo 2020 en HBL
Traducido, editado y publicado por Objetivismo.org con permiso del autor
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