El problema del mundo hoy no es esencialmente un problema económico, sino un problema *moral*.
Ahora puede haberle tocado a Grecia. O a España. O a Italia. Ayer fue la degradación de la deuda. Hoy puede haber sido la caída de la bolsa. Mañana será la violencia social. O viceversa.
Nuestros políticos no ven cómo salir de la crisis porque no saben dónde mirar. O, más exactamente, no quieren mirar, porque si mirasen y actuasen en consecuencia, se les acabaría el cuento.
Parece una película de terror. Son millones de rehenes de una horrible crisis financiera y social, un monstruo que sigue su marcha destructiva, amenazando un desastre económico de proporciones inimaginables. Increíblemente, nadie parece realmente saber por qué estamos en esta situación, y menos aún cómo salir de ella.
Los que «pretenden» saberlo, los políticos, se dedican a dar palos de ciego, jugando a controlar la economía manipulando impuestos, subsidios, favores y decretos, rezando para que sus previsiones optimistas se cumplan algún día; están, por así decirlo, reorganizando las sillas en la cubierta del Titanic. No importa que sea la Fed, el BCE, el FMI o el G-20, y da igual qué acuerdos hagan para «combatir la crisis», o que prometan que esta vez es para hacerlo «de forma definitiva». Ni saben ni pueden hacerlo.
El resto de la población, los ciudadanos normales, tienen poca idea de qué va la cosa. Cada vez confían menos en los políticos, y sólo quieren que éstos paren de hablar y hagan «algo» de una vez – «algo», no saben qué.
Para salir de la crisis hay que empezar por entender sus causas. Felizmente, hay voces denunciando correctamente y sin miedo su causa más próxima: el socialismo, el así llamado «Estado del Bienestar», o sea, la institución del robo legalizado por parte del gobierno, la intromisión del Estado en la economía, que es lo que crea desajustes y las consecuentes recesiones.
Pero hay otra cuestión más profunda: ¿Por qué permitimos el socialismo? ¿Cómo justificamos un sistema social que le otorga al Estado poder para restringir las libertades individuales, y que conduce a tales desastres económicos? Para estas preguntas la Economía no tiene respuesta; es necesario recurrir a la Filosofía. Dice Ayn Rand, la filósofa más influyente del siglo XX y autora de La rebelión de Atlas y El manantial: «La economía es valiosísima como complemento a la filosofía; pero, igual que un cuerpo sin mente, es inútil e imposible si está desgajada de la filosofía».
El problema del mundo hoy no es esencialmente un problema económico, sino un problema moral. La causa próxima que desató la crisis fue el masivo intervencionismo gubernamental en todo el mundo, pero ese intervencionismo sólo ha sido posible a su vez porque el mundo ha aceptado una moralidad destructiva: la moralidad del altruismo, el precepto que el hombre no tiene derecho a vivir por sí mismo sino que ha de sacrificarse por otros, por el «bien común»; que tú eres el guardián de tu hermano y que es el papel del Estado asegurar que vas a contribuir tu parte, quitándote tus bienes y tu libertad en cualquier momento que al Estado le parezca oportuno, y por la fuerza.
Todo sistema social ha de ser definido y evaluado en referencia a una filosofía específica. Una filosofía basada en el misticismo y el altruismo nos lleva al socialismo, al colectivismo – y a los desastres que estamos viviendo hoy. Una filosofía basada en la razón y el individualismo nos lleva al capitalismo, al sistema basado en los derechos individuales, al libre comercio – y al progreso.
Pero, ¿qué hacemos ahora? ¿Cómo enfrentamos hoy, en la práctica, esta situación, antes de que nos lleve definitivamente a la quiebra? De la única forma posible: con filosofía.
«Cuando un hombre, una empresa o una sociedad entera están próximos a la quiebra, hay dos caminos que los participantes pueden seguir: pueden evadir la realidad de su situación y actuar de forma ciega y frenética, considerando sólo la urgencia del momento – sin atreverse a mirar hacia adelante, deseando que nadie nombre la verdad pero contando desesperadamente con que algo, de alguna manera, les salve – o pueden identificar la situación, revisar sus premisas, descubrir sus activos ocultos, y empezar a reconstruir». (Ayn Rand, For the New Intellectual — párrafo inicial del libro).
Esta es la receta racional para lidiar con la crisis:
- «Identificar la situación». Entendamos lo que realmente ha pasado, aceptemos la realidad. Los causantes de los desequilibrios económicos no han sido especuladores ni hombres de negocios, sino la creciente intervención estatal a escala mundial – los artificialmente bajos tipos de interés, las políticas populistas de crédito y empleo, el arbitrario y desmesurado gasto público. Reconozcamos que el Estado no produce nada, y que intentar forzar a la gente a producir –por decreto, como están haciendo los políticos hoy día– es como intentar hacer llover mediante rezos o amenazas.
- «Revisar sus premisas». Este es el cambio principal, el más importante y el más difícil. Tenemos que cambiar las premisas morales en que se basa nuestro sistema social. Tenemos que reconocer que el paternalismo estatal es injusto; que cada individuo es un fin en sí mismo, no un medio para los fines de otros; que la «necesidad» no confiere derechos a quien la tiene ni obligaciones a los otros; que el papel del gobierno no es iniciar la fuerza contra ciudadanos indefensos, sino única y exclusivamente proteger los derechos invididuales; que el altruismo es malvado y es la raíz de la crisis; que lo bueno, lo racional, lo que le permite al hombre sobrevivir y hace que la sociedad en que vive prospere, es la libertad para buscar su propio interés personal.
- «Descubrir sus activos ocultos». Cualquier país de occidente tiene activos ocultos, ocultos porque las trabas políticas no permiten que sean utilizados adecuadamente. Más que sus recursos naturales, son las mentes de sus ciudadanos, las mentes creativas que, si se les permitiera funcionar, generarían riqueza, empleo para todos y una época de prosperidad nunca vista antes. Tenemos que liberar esos activos. Como demuestra la historia, cuanto más libre es un país, más progresa, independientemente de lo que hagan sus vecinos.
- «Empezar a reconstruir». La «reconstrucción» deberá consistir en reducir impuestos, eliminar las trabas al comercio y a la industria, disminuir drásticamente el gasto público, acabar con los subsidios… Será un delicado proyecto a largo plazo que deberá ser implementado paulatinamente, pero su objetivo final debe estar claro desde el principio: la absoluta separación de Estado y Economía, de la misma forma y por las mismas razones que hoy disfrutamos de la separación de Estado e Iglesia.
La realidad es lo que es. Las opciones están claras. Tomar la decisión correcta y actuar en consecuencia exigirá integridad, coraje, y un compromiso absoluto con la realidad y la razón. La inercia cultural es muy fuerte, pero la decisión de salir de la crisis –y el futuro que nos espera– depende de cada uno de nosotros.
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Por Domingo García, presidente de Objetivismo Internacional
Este artículo es una versión editada del que fue publicado (con algunos cambios editoriales) en varias revistas digitales en septiembre del 2010. La crisis que se nos viene encima (estamos en el 2022) será mucho mayor que las crisis anteriores, incluso mayor que la crisis mundial que empezó en 1929.
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Otra cita del mismo documental. «La deuda de Grecia es una deuda inmoral. Y es inmoral pagarla.»
Es difícil pero no imposible, y de que se puede hacer se puede, como me gustaria que un partido como el de España (partido liberal individual) existiera en mi pais, por ahora queda apoyar a España 🙂 para algun dia… Leer más »
Yo leo http://objetivismo.org Todos los días esperando nuevas publicaciones, son una mejor que la otra, gracias a este espacio he entendido esta Maravillosa Filosofia acompañada de los grandes Novelas y las que no lo son de Ayn Rand y pongo… Leer más »
Excelente artículo! Pero imagínese decirle a la gente corriente que el altruismo es malo, que corrompe todo y anula el genio creativo del hombre! Sería como decirle que dios no existe, se horrorizaría y le trataría de infame, desalmado que… Leer más »