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Cómo y dónde conocer a la gente que te interesa – por Ayn Rand

Extracto parcial de una carta de Ayn Rand a Gerald Loeb

(Letters of Ayn Rand, páginas 153-158)

5 de agosto de 1944

. . .

Tus cartas son siempre tan interesantes que no puedo responderlas con sólo una breve nota. Empezando con la última, que acabo de recibir – sobre cómo conocer a una mujer que valga la pena – ése es un problema que he enfrentado durante toda mi vida, aunque no en los mismos términos. Yo tuve la suerte de conocer a Frank de joven, así que mi misión no era de tipo romántico, pero toda mi vida he estado preocupada por el hecho de que la mayoría de la gente que he conocido me aburren hasta la muerte, y me he preguntado dónde y cómo puede uno conocer gente interesante.

Yo sabía que esa gente existía, no creía que toda la humanidad fuese como esos especímenes terribles, desequilibrados y sin sentido que veía a mi alrededor, pero parecía tener muy mala suerte para conocer al tipo de gente que me hubiera gustado. Me parezco lo suficiente a Roark como para poder existir felizmente en soledad, y además tenía a Frank, que es la mayor gracia que Dios me ha concedido (y siento eso sin ser religiosa), pero me gusta la gente — cuando son seres humanos de verdad – y me encanta encontrarme con mentes interesantes e intercambiar ideas, y sentir un afecto interesado (no desprecio) por los que me rodean. Así que, como ves, en cierto modo era el mismo problema que tú tienes, aunque yo sólo quería amigos y tú buscas algo más. Los pasos prácticos, sin embargo, serían los mismos; la pregunta es: qué hacer para conocer a la gente que te interesa y dónde ir. Creo que he encontrado la respuesta, así que tal vez te sea útil.

En primer lugar, quiero decir muy enfáticamente que el dinero o la posición social no tienen nada que ver. Siempre he tenido un círculo muy variado de amigos – algunos muy ricos, y otros el tipo más pobre de jóvenes intelectuales y no intelectuales con problemas financieros – y me he dado cuenta que, en lo que respecta a la calidad humana, el dinero y el estatus social no hacen ninguna diferencia. No te dejes engañar por las horribles insensateces de Karl Marx sobre el que la economía determina la naturaleza humana. No es así. Ni en acontecimientos históricos en general ni en casos humanos concretos. El nivel económico sólo afecta la forma, los detalles superficiales de una persona: sus vestidos, su gramática, sus modales. NO su esencia como ser humano. Y en lo que tú y yo estamos interesados ​​es en la esencia, no en el barniz. He descubierto que los ricos, por regla general, son más aburridos que los pobres, aunque sea porque tienen un estilo estandarizado de comportamiento que les hace terriblemente aburridos. Los pobres, a primera vista, pueden parecer más llamativos. Pero cuando conoces a cualquiera de ellos con más profundidad, ves que no hay ninguna diferencia esencial. Encuentras el mismo vacío, la misma mezquindad, maldad e indolencia general del espíritu.

El hecho de que un hombre gane dinero con su trabajo físico no le convierte en un ser humano superior; pues esa falacia es tan ridícula como su opuesta: que un hombre sea superior porque no trabaja, sino que está sentado en su trasero todo el día viviendo de dinero heredado. Ambos hechos son irrelevantes. La idea de que las mujeres que trabajan son más «reales» o más interesantes que las mujeres de sociedad es, en mi opinión,  pura tontería. Conozco a las dos. La mayoría de las mujeres que trabajan serán como la niña de su cuento «Él y Ella”. Trabajan mal, a regañadientes, descuidadamente, y sólo lo hacen porque tienen que trabajar. Les preocupan las mismas tonterías que a las mujeres de sociedad, sólo que tienen menos tiempo para dedicarles. Por eso estoy en total desacuerdo con Frank Lloyd Wright cuando dice: «Busca en los salones de té a las auténticas mujeres de Estados Unidos». Ayn Rand dice: ¡Mentira! La única diferencia entre las mujeres en los salones de té y las mujeres en el Waldorf-Astoria es la lista de precios de los menús.

Pero la verdad de la cuestión es que uno encuentra hombres y mujeres que valen la pena entre *las personas que trabajan*. Presta mucha atención aquí, olvidando las baratas generalizaciones que nos han inculcado a todas las mentes modernas. No estoy hablando de TRABAJO. No estoy hablando de personas que tienen que ganarse la vida. No estoy hablando de proletarios. No estoy hablando de salones de té. Estoy hablando de lo que tú y yo entendemos por «personas competentes». Personas que adoran trabajar, que son buenos haciéndolo, que se lo toman en serio y para quienes el trabajo es su principal interés. Gente brillante, creativa, productiva, ambiciosa. Personas que reciben dinero por su trabajo pero que no trabajan principalmente por dinero (sea una paga semanal o una comisión de miles de dólares). Personas con ambición – no de escalar socialmente, ni de conseguir riqueza o títulos – sino con ambición de hacer cada vez más trabajo y hacer un trabajo cada vez mejor. Entre esas personas es donde encontrarás a la mujer que quieres, si te he entendido bien.

Por supuesto, esas personas son muy poco comunes. Pero existen. Entonces, ¿cómo las encuentra uno? Puede haber una o dos en cualquier negocio, en cualquier profesión, pero el tener que vadear a través de los otros tipos de personas llevaría demasiado tiempo y la probabilidad sería demasiado pequeña. Así que el único atajo que he encontrado es ir a lugares donde la gente va porque se siente atraída por el objetivo específico de ese lugar. Por ejemplo: he conocido más hombres y mujeres interesantes en unos pocos meses que durante el resto de mi vida, durante la campaña Willkie de 1940, mientras yo trabajaba como voluntaria en la sede nacional de los Clubs de Willkie. No me entiendas mal, Dios sabe que yo no estoy a favor de Willkie ahora, y no estoy hablando de las personas que uno encuentra en el mundo de la política – de hecho, esa sería la última profesión en la que se podrían encontrar – … pero lo que quiero decir es que los Clubs de Willkie, en esa época, eran un punto de encuentro para gente que quería dedicarse a un determinado principio. Esa gente llegó allí con un único propósito: trabajar por una causa en la que creían. Y entre el gran número de parásitos, farsantes, aprendices de políticos y gordas del club, había un sorprendente número de hombres y mujeres maravillosos, personas con inteligencia, integridad y carácter. Habían venido… a trabajar.

Lo mismo se aplicaría a cualquier organización o entidad con un objetivo legítimo, atraería al mismo tipo de personas. No todas ellas, por supuesto. Siempre predominarán lo rutinario y lo estúpido, como en todas partes. Pero las posibilidades de conocer gente interesante sería mucho mayor que en fiestas, reuniones puramente sociales, complejos hoteleros o salones de té. En términos prácticos, yo sugeriría lo siguiente: escoge un sitio cuyo objetivo te atraiga y te interese, y empieza a ir allí con regularidad; si el sitio es legítimo atraerá a otras personas como tú, a la gente que quieres conocer. Por ejemplo: un club literario – o un curso universitario de literatura (aunque la mayoría de ellos son falsos, habría que llevar cuidado) – que  tendría, entre aspirantes sin futuro, algunos hombres y mujeres sinceramente interesados en el tema y trabajando duro en ello. Un club de arquitectura (aunque en este probablemente no habría muchas mujeres). Una organización política de voluntarios siempre es algo bueno, aunque no sé qué habrá sido de ellos ahora. Sería difícil escoger el sitio concreto. Pero de forma general, este es el consejo que te daría: buscar lugares donde las personas sinceras están trabajando duro, y ve allí. Hay que elegir según el tipo de trabajo; ir de incógnito a una convención de cavadores de zanjas te beneficiará tanto como ir a la fiesta más elegante de Wall Street.

Por cierto, la gente siempre está en desventaja en las fiestas. Es posible que hayas conocido a mujeres muy interesantes en fiestas – y nunca te hayas enterado, porque la costumbre es no abordar ningún asunto serio socialmente, sino portarse de forma convencional, trivial y lo que llaman “simpático”. Muchas mujeres interesantes se esfuerzan hasta la muerte por presentar una fachada tonta y barnizada de más, a pesar de que lo odian, y hablar de tonterías absurdas sólo porque es lo que socialmente se espera de ellas. Pero si conoces a la gente en el trabajo, la naturaleza del propio trabajo hará que hablen más en serio y tendrás una mejor comprensión del verdadero carácter de cada uno.

En lo que respecta a la breve historia que mencionas sobre un hombre y una mujer que se encuentran en un tren, y preguntas: ¿Verdadero o Falso? Yo diría: Falso. En todos los sentidos. Podría suceder, pero sería nefasto contar con ello; si entendí la idea correctamente, es un error esperar a que la mujer tome la iniciativa, aunque muchos hombres lo hacen, y muchos se dejan arrastrar al matrimonio a pesar de que en realidad no lo quieren. Muchos hombres aceptan su vida amorosa de forma pasiva – de la forma convencional que uno supone que las mujeres lo hacen – tomando lo que les viene y haciendo lo mejor que pueden. Eso es malo para ambos sexos. Yo diría: cuando encuentres lo que quieres ve a por ello abiertamente, seas hombre o mujer. Un poco menos abiertamente, si eres mujer. Pero ve a por ello. No esperes a que la otra parte tome la iniciativa.

Creo que nuestra mente lo controla todo; y, sí, incluso nuestras emociones sexuales. Tal vez las emociones sexuales más que cualquier otra cosa. Aunque eso es lo opuesto a lo que la mayoría de la gente cree. Todo lo que hacemos y somos es producto de nuestra mente. Nuestra mente es capaz de controlarlo todo. El problema es sólo que la mayoría de nosotros no queremos que nuestras mentes nos controlen, porque no es una tarea fácil. Así que la gente se deja llevar y permite que el azar, que otras personas y que su propio subconsciente decidan por ellos. Creo firmemente que todo en la vida de un hombre está sujeto al control de su mente – y que sus mayores tragedias provienen del hecho de que él intencionalmente suspende ese control.

El único peligro es sucumbir a falacias como «el corazón es más importante que el cerebro». (Cuando dicen «corazón» realmente se refieren a un órgano anatómico menos cortés). NADA ES MÁS IMPORTANTE QUE EL CEREBRO. *NADA*. Y ningún hombre puede encontrar ninguna felicidad duradera, ningún tipo de existencia satisfactoria en ninguna parte de su vida – profesional, mental, emocional o sexual – ni en ninguna otra  parte, a menos que su opción, decisión y acción primaria provenga del cerebro y tenga el consentimiento de éste. Me preguntas: «¿No está el pensamiento de un hombre condicionado por su vida?» Mi respuesta es: ¡¡¡NO!!! (Siento no tener letras mayúsculas más grandes en esta máquina, o las habría utilizado). Esa es *LA* falacia crucial de nuestro siglo, y una que ha sido fomentada deliberadamente para destruir todo el pensamiento; fomentada, por cierto, por los marxistas. Yo podría escribir volúmenes sobre este punto (y tengo la intención de hacerlo algún día), pero ahora mismo sólo me gustaría indicar brevemente que esa declaración revela una completa destrucción de la mera concepción de lo que constituye el pensamiento. Un simple ejemplo lo hará: un hombre que es feliz y que vive en un ático de lujo pensará que dos y dos son cuatro; el mismo hombre, miserable, hambriento y sin techo, no va a pensar que dos y dos son seis. Si lo hace, no está pensando en absoluto. Lo único que podrías decir es que la adversidad hará que le sea más difícil pensar correctamente, pero incluso eso no es verdad, ciertamente no para un hombre inteligente. El proceso racional es tan frío y tan exacto como las matemáticas. No tiene nada que ver con la vida emocional de un hombre, con su pasado, su experiencia o su condicionamiento. Él pensará, esté en un barrio bajo o en un palacio, mientras sea capaz de pensar; y si no es capaz de hacerlo, nada la hará pensar, lujo o no lujo, condicionamiento o no.

Pensar no tiene nada que ver con emociones. Es cierto que la mayoría de las personas permiten que sus emociones interfieran en sus procesos racionales. Pero, ¿qué significa eso? Significa solamente que no saben pensar correctamente. No quiere decir que pensar sea algo emocional.

Dices: «Cualquier historia que yo escribiera reflejaría mis observaciones de la vida». Es cierto. Pero tus observaciones, en la medida en que sean racionales, no estarán «condicionadas» por tu vida. Sólo el material, el *contenido* de tus observaciones estará condicionado, si quieres llamarlo así. Es decir, puedes optar por escribir sobre Wall Street, porque las circunstancias de tu vida te llevaron a trabajar en Wall Street y porque conoces ese tema. Pero el tema no es importante: *lo que piensas de él lo es*. Y lo que piensas de Wall Street no está condicionado por Wall Street, sino por la naturaleza de tu propia mente. Si hubieras sido, digamos, un abogado, podrías haber decidido escribir una novela sobre la ley. Pero lo que pensaras de ella sería, en esencia, lo que pensarías de Wall Street; es decir, sería una muestra de la misma calidad mental, la misma capacidad de sacar conclusiones correctas a partir de hechos concretos, la misma capacidad de comprender el conjunto de datos e iluminarlos con una perspectiva que es sólo tuya. ESO es pensar. Lo que aportas a tu contenido, lo que viene de ti. No el contenido. Otro hombre de Wall Street, escribiendo una novela sobre ello, no escribiría la misma novela que tú. Los hombres le dan forma a su contenido, física e intelectualmente. *No* es el material, son los hombres. El hombre construye una casa de piedra; la casa no se forma a sí misma y luego invitar al hombre a vivir en ella. El hombre escribe una novela sobre Wall Street; Wall Street no le dicta una novela a él. No, no existe el determinismo económico. ¡Y que los marxistas sean tres veces malditos!  . . .

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Traducción: Objetivismo.org

[N. del T. — Este escrito no es un ensayo filosófico (ni es parte de Objetivismo), sino simplemente parte de una carta de un intercambio epistolar de cuyo contexto más amplio carecemos.]

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Lisandro Milesi
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Soy de Rosario, Argentina, y en mi caso, la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas encontré todo tipo de gente, entre los cuales están algunos de los más interesantes – lejos – que me topé en mi vida. Eso es… Leer más »

silvia
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Jan
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