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Felicidad

La felicidad es el estado de éxito en la vida, el dolor es un agente de la muerte. La felicidad es ese estado de consciencia que procede de alcanzar los valores de uno. Una moralidad que se atreve a decirte que encuentres felicidad en renunciar a tu felicidad – que valores el fracaso de tus valores – es una insolente negación de la moralidad. Una doctrina que te ofrece como ideal el papel de un animal expiatorio buscando ser inmolado en los altares de otros, te está dando la muerte como tu criterio.

Por la gracia de la realidad y la naturaleza de la vida, el hombre – cada hombre – es un fin en sí mismo, existe por su propio beneficio, y alcanzar su felicidad es su más alto objetivo moral.

Pero ni vida ni felicidad pueden obtenerse persiguiendo caprichos irracionales. Así como el hombre es libre de intentar sobrevivir de cualquier manera al azar pero perecerá a menos que viva como su naturaleza requiere, también es libre de buscar su felicidad a través de cualquier fraude insensato, pero la tortura de la frustración es todo lo que hallará a menos que busque la felicidad apropiada al hombre. El objetivo de la moralidad es enseñarte, no a sufrir y a morir, sino a disfrutar y a vivir.

La felicidad es ese estado de consciencia que procede de alcanzar los valores de uno.

La felicidad no se puede conseguir consintiendo en caprichos emocionales. Felicidad no es satisfacer cualquier deseo irracional en el que tú ciegamente intentes incurrir. La felicidad es un estado de alegría no-contradictoria – una alegría sin pena ni culpa, una alegría que no choca con ninguno de tus otros valores y no actúa en tu propia destrucción; no la alegría de escapar de tu propia mente, sino de usar el máximo poder de tu mente; no la alegría de falsear la realidad, sino de conseguir valores que son reales; no la alegría de un borracho, sino la de un productor. La felicidad es posible solamente para un hombre racional, el hombre que sólo quiere objetivos racionales, busca sólo valores racionales y encuentra su alegría sólo en acciones racionales.

Del mismo modo que yo soporto mi vida, no a través de robos o limosnas, sino a través de mi propio esfuerzo, tampoco busco derivar mi felicidad a través del perjuicio o el favor de otros, sino ganarla a través de mis propios logros. Del mismo modo que yo no considero el placer de otros como el objetivo de mi vida, tampoco considero mi placer como el objetivo de las vidas de otros. Del mismo modo que no hay contradicciones en mis valores ni conflictos entre mis deseos – tampoco hay víctimas ni conflictos de interés entre hombres racionales, hombres que no desean lo inmerecido y no se miran entre ellos con una lujuria de caníbal, hombres que ni hacen sacrificios ni los aceptan.

La felicidad es ese estado de consciencia que procede del logro de los propios valores. Si un hombre valora el trabajo productivo, su felicidad es la medida de su éxito en el servicio de su vida. Pero si un hombre valora la destrucción, como un sádico – o la auto-tortura, como un masoquista – o la vida después de la muerte, como un místico – o antojos insensatos, como el conductor de un coche acelerado – su supuesta felicidad es la medida de su éxito en el servicio de su propia destrucción. Debemos añadir que el estado emocional de todos esos irracionalistas no puede propiamente ser llamado felicidad o ni siquiera placer: es solamente un momento de alivio en su crónico estado de terror.

Ni vida ni felicidad pueden lograrse persiguiendo caprichos irracionales. Así como el hombre es libre de tratar de sobrevivir por cualquier medio al azar, como un parásito, un vagabundo o un saqueador, pero no es libre de tener éxito en ello más allá del alcance del momento – igualmente él es libre de buscar su felicidad a través de cualquier fraude irracional, cualquier capricho, cualquier ilusión, cualquier necio escape de la realidad, pero no es libre de tener éxito en ello más allá del alcance del momento ni de escapar las consecuencias.

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Fuentes:

«Discurso de Galt», For the New Intellectual

«La Ética Objetivista», La Virtud del Egoísmo

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Alberto
Alberto

¿Cómo es posible que este artículo no tenga comentarios? Solo de leerlo te dan ganas de levantarte, mirar el mundo y ser feliz de estar vivo. Solo estos párrafos superan cualquier libro de autoayuda o cualquier homilía religiosa, porque apela… Leer más »

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[…] La felicidad es el objetivo moral de la vida de cada hombre, de esta vida (no hay otra). El hecho de aceptar la realidad y la razón en todo momento, por sí solo, no garantiza que se consigan los valores deseados,… Leer más »

joselin
joselin

A mí me resultó muy difícil formar mis valores y sin lugar a dudas puedo asegurar que fue una de las cosas más difíciles que he hecho pero de las más gratificantes.

Ayn Rand

La *voluntad* del hombre es un atributo de su consciencia (de su facultad racional) y consiste en la decisión de percibir la existencia o de evadirla. [Concepto axiomático, no una definición]

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