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La Profundidad de Ayn Rand

Recientemente el Ayn Rand Institute publicó un excelente artículo sobre el altruismo, incluyendo muchas citas de Ayn Rand sobre ese código moral. Aquí hay un extracto de ese artículo para que lo leáis antes de leer mis comentarios.

— Por Harry Binswanger

“El principio básico del altruismo”, explica Ayn Rand, “es que el hombre no tiene derecho a existir por sí mismo, que el servicio a los demás es la única justificación moral de su existencia, y que sacrificarse es su principal deber, virtud y valor moral.”

“No te escondas”, dice, “tras superficialidades como si deberías darle una moneda a un mendigo o no. Esa no es la cuestión. La cuestión es si tienes o no derecho a existir sin dársela. La cuestión es si tienes que seguir comprando tu vida, centavo a centavo, de cualquier mendigo que decida aproximarse a ti. La cuestión es si la necesidad de otros es la primera hipoteca sobre su vida y el propósito moral de tu existencia. La cuestión es si el hombre debe ser considerado como un animal sacrificable. Cualquier hombre de autoestima responderá: “No.” El altruismo dice: “Sí”.”

En el mundo actual, lo que normalmente se entiende por altruismo es, simplemente, bondad y generosidad hacia los demás. Pero Ayn Rand advierte:

“No confundas altruismo con amabilidad, buena voluntad, o respeto por los derechos de otros. Estas no son causas primarias sino consecuencias, las cuales, de hecho, el altruismo hace imposibles. La causa irreducible del altruismo, el absoluto básico, es el auto-sacrificio, lo que significa: la auto-inmolación, la abnegación, la negación de uno mismo, la auto-destrucción; lo que significa: el yo como criterio del mal, y el no-yo como criterio del bien.”

«‘Sacrificio’ es la entrega de un valor mayor a cambio de uno menor o de algo sin valor. Así pues, el altruismo determina la virtud de un hombre según el grado en el que entrega, renuncia o traiciona sus valores (puesto que ayudarle a un extraño o a un enemigo se considera más virtuoso y menos «egoísta» que ayudarle a los que uno ama). El principio racional de conducta es exactamente el opuesto: actúa siempre de acuerdo con la jerarquía de tus valores, y nunca sacrifiques un valor mayor por uno menor. «

Y aquí tenemos el mismo pasaje, con mis comentarios [entre paréntesis]:

“El principio básico [¿quién más trataría de identificar el principio básico de cualquier cosa, y mucho menos de un código moral?] del altruismo”, explica Ayn Rand, “es que el hombre no tiene derecho a existir por sí mismo [una formulación brillante que pone sobre la mesa lo que es fundamental], que el servicio a los demás es la única justificación de su existencia [fijáos en su perspectiva: tu existencia o no existencia es la alternativa básica; el altruismo exige que justifiques tu existencia misma], y que sacrificarse es su principal deber, virtud y valor moral [su perspectiva: valores existen dentro de una jerarquía].”

“No te escondas”, dice, “tras superficialidades como si deberías darle una moneda a un mendigo o no. Esa no es la cuestión. La cuestión es si tienes o no derecho a existir [de nuevo: existencia es la cuestión fundamental] sin dársela. La cuestión es si tienes que seguir comprando tu vida, centavo a centavo, de cualquier mendigo que decida aproximarse a ti. [¡Vaya, eso sí que pone la totalidad de la ética en una perspectiva clara!]  La cuestión es si la necesidad de otros es la primera hipoteca sobre tu vida y el propósito moral de tu existencia [otra vez la misma observación: moralidad y existencia están conectadas]. La cuestión es si el hombre debe ser considerado como un animal sacrificable [observad el nivel de esta perspectiva histórica: el altruismo es lo equivalente al más primitivo misticismo: el sacrificio de animales o de vírgenes a dioses imaginarios]. Cualquier hombre de autoestima [frase original de Ayn Rand] responderá: “No.” El altruismo dice: “Sí.”

“No confundas altruismo con amabilidad, buena voluntad, o respeto por los derechos de otros. Esas no son causas primarias sino consecuencias [este es el aspecto más impresionante: la consciencia de lo que es una primera causa y lo que son sólo efectos; ¿quién más haría una distinción entre causas primarias y sus consecuencias, en cualquier sitio, y mucho menos en lo que respecta a abstracciones normativas?], las cuales, de hecho, el altruismo hace imposibles. La causa irreducible [el mismo punto, intensificado] del altruismo, el absoluto básico [no sólo hay absolutos, sino que hay fundamentalidad entre ellos], es el auto-sacrificio, lo que significa: la auto-inmolación, la abnegación, la negación de uno mismo, la auto-destrucción; lo que significa: el yo como criterio [pocos llegan siquiera a comprender que la moralidad está basada en normas (criterios) y menos personas aún llegan a mencionarlo alguna vez] del mal, y el no-yo como criterio del bien.”

«‘Sacrificio’ es [ella define los conceptos] la entrega de un valor mayor a cambio de uno menor o de algo sin valor. Así pues, el altruismo determina la virtud de un hombre según el grado [observad el nivel de precisión; ella no dice: «el altruismo dice que un hombre es virtuoso si. . .»] en el que entrega, renuncia o traiciona sus valores (puesto que ayudarle a un extraño o a un enemigo se considera más virtuoso y menos «egoísta» que ayudarle a los que uno ama). El principio racional [ella nombra los principios, en una época anti-principios] de conducta es exactamente el opuesto: actúa siempre de acuerdo con la jerarquía [hay una jerarquía de valores: ella hábilmente infunde su contexto filosófico en la mente del lector] de tus valores [no: «de acuerdo con una jerarquía intrínseca e invariable de valores, sino con tu ranking de tus valores personales], y nunca sacrifiques un valor mayor por uno menor. «

Nadie más escribe de esa forma (excepto tal vez nosotros, sus alumnos), porque nadie piensa de esa forma. Ella está escribiendo sobre un código ético específico, y a la vez transmitiendo, sutilmente, una epistemología completa: los conceptos tienen que ser definidos; hay que pensar en términos de principios; es importante separar las cosas primarias irreducibles de sus consecuencias o derivados; las normas de evaluación a su vez también han de ser evaluadas; y mucho más. Luego está la meta-ética implícita: que uno se enfrenta a la naturaleza solo; que enfrenta la alternativa de la existencia o la no-existencia; que los valores están ordenados jerárquicamente; que los valores son valores «¿para quién?»; que en los códigos de ética algo es o lo uno o lo otro; que un término como «altruismo» tiene que ser definido en términos de sus aspectos fundamentales (no secundarios, como «ser amable con los demás»).

Leyendo el artículo, me pregunto cómo cualquiera que lea estos pasajes puede no quedar impresionado con la cantidad de cosas que hay «debajo de la superficie», con la cantidad de pensamiento – de pensamiento original – que hay detrás de cada frase. La perspectiva de «el hombre tiene o no tiene derecho a existir por su propio bien» no está en el mismo universo que la perspectiva de los mejores artículos de opinión del Wall Street Journal.

La pulcritud y la sobria profundidad de sus escritos es algo verdaderamente impresionante e inspirador.  Para una mente racional, leer a Ayn Rand es como ver encenderse las luces en un cuarto oscuro.

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Por Harry Binswanger, publicado el 5 de agosto de 2011 en HBL.

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Abelay
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