El gobierno *es* el problema

Diez minutos después de ser elegido presidente, Ronald Reagan declaró: «El gobierno no es la solución a nuestro problema, el gobierno *es* el problema».

Rechazando de esa forma retórica la premisa básica de la Gran Sociedad y el New Deal americano, Reagan inmediatamente puso manos a la obra, atacando sus raíces con una radical reducción de impuestos, una desregulación masiva, un enfrentamiento frontal contra el sindicalismo (arrollando a los controladores aéreos por hacer una huelga ilegal) y tratando de contener el crecimiento del gobierno (lo cual consiguió sólo en parte).

Como es de esperar, unas elecciones presidenciales en USA siempre dan mucho que hablar. Charles Krauthammer escribió cómo Obama revirtió el consenso conservador iniciado por Ronald Reagan.

«El Gobierno crece en tamaño y en poder mientras el individuo queda cada vez más reducido a la dependencia, llegando al punto crítico en que la dependencia se convierte en la nueva norma, como pasa en Europa, donde incluso el más mínimo repliegue del estado del subsidio lleva a la desesperación y, para los más agresivos, a manifestaciones y huelgas.

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«Cada cuatro años nos dicen que la próxima elección es la más importante de nuestras vidas. Y cada vez realmente parece serlo. Y es porque lo que está en juego es la relación entre el ciudadano y el estado, la naturaleza misma del contrato social en los Estados Unidos”.

El problema básico en el mundo hoy, como señaló Ayn Rand, sigue siendo el mismo. Consiste en elegir entre dos principios, Individualismo y Colectivismo, principios que constituyen las raíces de dos sistemas sociales opuestos.

Las elecciones en USA son supuestamente un referéndum sobre el cambio de equilibrio político a largo plazo entre el individualismo y “la comunidad» (ni siquiera se atreven a llamar al colectivismo por su nombre). Pero de hecho son simplemente una elección sobre la velocidad a la que Estados Unidos se dirige hacia el colectivismo. Con Barack Obama lo hizo a pasos agigantados; el futuro con Donald Trump es un enigma, pero su retórica anti-libre-comercio y su falta total de principios económicos, políticos y filosóficos no es un buen augurio.

Por desgracia, en cierta forma Obama y Trump son los mismos perros con distintos collares. Lo que no cambia es el hecho esencial irrefutable: «El gobierno no es la solución a nuestro problema, el gobierno *es* el problema».

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